El proyecto de ley que descartaba la legislación sanitaria conocida como Obamacare no obtuvo el respaldo de buena parte de la bancada republicana en el Congreso estadounidense y la votación, prevista para el jueves por la noche, quedó aplazada frente a la evidente derrota.

Se trató de un golpe significativo al Gobierno de Donald Trump puesto que junto al muro en la frontera con México, fue una de sus principales promesas electorales. El fracaso da cuenta de las profundas divisiones en el seno del Partido Republicano y de la falta de capacidad de dar con una alternativa viable al programa impulsado por el expresidente Barack Obama.

Ahora se vienen las negociaciones para los cambios al proyecto inicial que garanticen el apoyo de la mayoría. La derecha más extrema considera la propuesta un “Obamacare light” y pese a las concesiones ofrecidas por Trump, como eliminar la obligación a las aseguradoras de garantizar en la cobertura básica la atención a la maternidad, servicios de emergencia y de salud mental entre otros, los ultraconservadores no dieron su brazo a torcer y desertaron en el último momento.

Si esto ha sido así en la Cámara de Representantes, en el Senado las cosas podrían empeorar puesto que la correlación de fuerzas es mucho más estrecha, 52 a 48 y el problema es que si Trump se inclina más a la derecha en la primera instancia, podría perder el apoyo de los senadores centristas. De una u otra forma la lucha política será muy dura.