Sin duda Ivanka Trump ocupa un lugar privilegiado en el gobierno de su padre, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Ya desde la campaña, la hija mayor del republicano sirvió para atraer el voto femenino y menos radical.

Su presencia ha sido innegable en diferentes encuentros de alto nivel, por ejemplo en el que tuvo su padre con el mandatario japonés, Shinzo Abe o cuando se sentó al lado de la canciller alemana, Angela Merkel, en una reunión bilateral en Washington.

Pese a que no ocupa cargo alguno ni se le conoce atribuciones especiales, tiene asignado un despacho en el ala oeste de la Casa Blanca y acceso a información confidencial del gobierno, así como un teléfono oficial a disposición. Además, deberá de cumplir con las mismas reglas éticas de cualquier trabajador de la Administración Trump.

Los comentarios sobre nepotismo no se han hecho esperar y aunque existe una legislación especializada contra estos casos, las autoridades han aceptado el nombramiento puesto que el presidente tiene potestad para formar su propio equipo, el cual hasta el momento se ha limitado básicamente a sus hijos, el marido de Ivanka -Jared Kushner- y el estratega jefe del Gobierno, Steve Bannon.

Ivanka Trump se ha desempeñado como modelo, empresaria y promotora de varias organizaciones benéficas, pero su influencia con respecto a su padre ha sido siempre notable, especialmente durante su campaña y posterior toma de mando.