El Gobierno mexicano trata de levantar cabeza y recuperar la credibilidad ante una actuación un tanto débil frente a las polémicas decisiones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a todas luces, negativas contra su vecino del sur. Las voces apuntan a una reacción conjunta pero organizada que frenen la arremetida estadounidense.

En ese sentido, el canciller, Luis Videgaray, presentó ante el Senado un documento con una serie de límites vigentes para cualquier negociación con Washington. En lo relativo a migración, profundizó lo declarado el pasado jueves tras su encuentro con los secretarios de Estado, Rex Tillerson y de Seguridad Nacional, John Kelly: México no aceptará deportados de otro país.

Respecto al crimen organizado: “Estados Unidos debe asumir una responsabilidad que históricamente no ha asumido y debe tomar acciones decididas para prevenir el consumo de drogas, pero también el flujo de armas”.

En cooperación comercial, coincidió con su par de Economía, Ildefonso Guajardo, en la no imposición de aranceles. “La naturaleza del TLC debe mantenerse", insistió. Sobre una posible revisión del tratado, Videgaray anotó que deben incluirse mecanismos para mejorar los salarios de los mexicanos.

Responsable de la visita de Trump cuando era candidato y que resultó en un gran golpe para la popularidad del presidente Peña Nieto, el canciller siempre ha mostrado su inclinación a tender puentes con el gobierno de Trump. "México habrá de insistir en una postura que nos permita construir y acercarnos desde el respeto mutuo, desde el respeto a nuestra soberanía y estado derecho", recalcó. “México y el mundo enfrentan un reto inédito. El principal promotor de las instituciones globales y del libre comercio hoy es un país que tiene un Gobierno que las cuestiona. Respetamos el mandato [del pueblo estadounidense], pero esta posición no debe traducirse en agresiones”, enfatizó el jefe de la política exterior mexicana.