Jiang en camino a tomar el metro en Beijing, 14 de febrero de 2017.

Envuelta en su saco con el viento frío de primavera soplando en su rostro, una somnolienta Jiang Jingzi camina apurada hacia el estacionamiento de la estación de tren de Cangzhou, una pequeña ciudad en la provincia de Hebei, en el norte de China, la noche del 15 de febrero.

Por enésima vez, la joven regresa a casa muy tarde tras el final de su jornada laboral en Beijing.

A lo largo de todo un año, Jiang ha seguido esta tediosa rutina. Levantarse a las 6:10am, tomar un taxi a la estación ferroviaria en Cangzhou para llegar a las 6:50am, luego subir al tren bala a las 7:23am y llegar a la capital 58 minutes después para finalmente entrar a trabajar a las 9:15am tras completar la última fase de su periplo en metro.

El transporte interurbano ha sorprendido a muchos por sus distancias largas y sus altos precios. Un taxi cuesta 15 yuanes ($2,20), el tren de alta velocidad 94,5 yuanes ($13,70) y 4 yuanes ($0,6) el metro. Todo esto suma 225 yuanes ($33) en desplazamientos diarios para dar un monto mensual de casi 5.000 yuanes ($726).

Mientras que para muchos es motivo de preocupación, Jiang Jiangzi esboza una sonrisa. Luego de graduarse de la universidad en Beijing en 2009, Jiang decidió quedarse en la capital y convertirse en una "vagabunda de Beijing".

Conoció a su esposo que trabaja para Beijing Hyundai Motor a fines de 2011. Con el paso del tiempo se casaron y obtuvieron una propiedad muy cerca del sexto anillo este de la ciudad, lo cual les requería cerca de 2 horas de viaje para ir a laborar. En 2015, a su marido lo transfirieron a Cangzhou y Jiang tuvo que quedarse en Beijing con un bebé de un año a cuestas. Seis meses más tarde, decidió iniciar su aventura entre dos ciudades. Antes de ello, su consorte había considerado encontrarle un empleo en Cangzhou, pero ella lo rechazó puesto que no quería dejar su carrera en la capital.

"Estaba sorprendida que pudiera aguantar el trajín por tanto tiempo”, sostuvo Jiang mientras saca todos los boletos que ha recolectado el año pasado.

"Admiro lo que ha hecho por mí y por nuestra familia”, señaló su compañero. Su persistencia también le ha valido el respaldo de sus seres queridos.

Jiang asegura que era consciente de los altos costos en el transporte, pero era lo menos que podía hacer para estar todos juntos cada día.