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spanish.china.org.cn | 22. 02. 2017 | Editor: Lety Du [A A A]

Sombras difíciles de dispersar en las relaciones entre EE.UU. y la UE durante la Conferencia de Seguridad de Múnich

Palabras clave: EE.UU., UE, Conferencia de Seguridad de Múnich

Por Shen Xiaoquan, investigador del Centro de Estudio de Problemas Mundiales de la Agencia de Xinhua

 

Del 17 al 19 de febrero se llevó a cabo la Conferencia Anual de Seguridad de Múnich, tras la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Sin embargo, el calificativo del norteamericano de obsoleta en referencia a la OTAN ha ensombrecido las relaciones transatlánticas. En este encuentro, en el que se abordó la seguridad global, Washington trató de aligerar su discurso y mostrar una mejor voluntad. No obstante, el objetivo no se logró y, hoy por hoy, las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea son una gran interrogante.

Después de instalarse en el despacho presidencial, Trump criticó en varias oportunidades al bloque, especialmente en cuanto a la OTAN se refiere, lo cual creó preocupación entre los países europeos. El 15 de enero, en entrevistas con The Times de Inglaterra y el Bild de Alemania, Trump dijo: “He señalado hace mucho tiempo que existen problemas en la OTAN. Primero, es una organización obsoleta, ya que fue creada hace muchos años. Segundo, los recursos financieros que han pagado sus miembros no cumplen los porcentajes requeridos”. De acuerdo con el republicano, la salida de Inglaterra será finalmente algo positivo. “Creo que otros países también se retirarán de la unión y, sinceramente, pienso que no es tan fácil unir a Europa como lo piensan otras personas”. Al mandatario estadounidense no le interesa una unión y, a su juicio, otras naciones seguirán el camino de la separación.

Sus palabras incitaron la reacción europea. El presidente de Francia, François Hollande, sostuvo que frente a las incertidumbres del nuevo mundo, el “autoaislamiento” de Estados Unidos no tiene razón de ser y, en ese sentido, abogó por la unión de toda Europa y una respuesta firme a Trump. Mientras tanto, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, tuvo un enfoque más duro. Antes de la Cumbre de Malta, en una carta a los líderes de la UE, tildó a Trump de “amenaza que pone a la UE en una situación difícil” puesto que “la nueva administración parece cuestionar los últimos 70 años de política exterior norteamericana”.

Poco tiempo después de ser elegido como presidente, Trump creó tensiones entre ambas partes. En ese contexto, la Conferencia de Seguridad de Múnich se presentaba como una oportunidad de diálogo en la que asistieron altos funcionarios estadounidenses como el vicepresidente Mike Pence, el secretario de Defensa James Mattis y el secretario de Seguridad Nacional John Kelly. El gran despliegue de la nueva administración llamó la atención en dicha ocasión.

En el evento, Pence ratificó que Estados Unidos es “el mayor partidario del bloque” y que el país “avanza codo a codo con la UE”. Así también, propuso que la Unión debería aumentar los gastos de defensa. Sin embargo, las palabras de Pence que tenían por objeto disipar las tensiones en Europa, no recibió la respuesta esperada y solo bajó un tanto el tono crítico sobre las políticas de Trump.

En su discurso, la canciller alemana Ángela Merkel, no se opuso directamente a Trump, defendió los organismos multilaterales como la OTAN, la ONU y la UE y subrayó además su falta de creencia en que solo aumentando los gastos de defensa se puede mejorar la seguridad. “Cuando creemos que la UE necesita a EE.UU., la realidad es que EE.UU. también nos necesita”, indicó Federica Mogherini, alta representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Políticas de Seguridad. El canciller de Francia Jean-Marc Ayrault indicó que “cualquier intento de EE.UU. para dividir la UE está destinado al fracaso ya que Washington es incapaz de neutralizar los beneficios que esta ofrece a sus miembros”.

Pese a que EE.UU. emitió señales directas de cordialidad con Europa, en la Conferencia de Seguridad de Múnich no logró disipar las sombras. Esto da cuenta de que las discrepancias entre Washington y el bloque europeo no tienen su origen en Trump, sino en las diferencias cada vez más grandes respecto a sus intereses estratégicos y, la presencia de Trump, solo resalta dichas contradicciones.

Las 3 características del futuro de las relaciones entre Europa y EE.UU

1. Responsabilidad conjunta sobre seguridad

En los últimos años, el foco estratégico de Estados Unidos se ha trasladado de Europa a la región Asia-Pacífico. Barack Obama estableció la estrategia de reequilibro en dicha zona y expresó claramente que los asuntos de seguridad no vinculados directamente con los intereses de Washington, deberán ser solucionados por Europa.

La Guerra de Libia en 2011, iniciada por la OTAN, vio a Francia e Inglaterra tomar la batuta dejando atrás a Estados Unidos. Claro está que exigir a Europa un rol de mayor responsabilidad no equivale a que la primera economía del mundo abandone su papel predominante en los temas de seguridad europeos. Por ejemplo, frente a las amenazas de Rusia y el pedido de los países del centro y este de Europa, la OTAN aumentó su presencia militar en el viejo continente.

El mes pasado, tanques y vehículos blindados llegaron a Alemania para luego trasladarse a Europa del este. Se trata de equipos de mayor magnitud que los estadounidenses desplazados en la zona tras la desintegración de la Unión Soviética. Al contingente se suman 4.500 soldados que serán distribuidos en los 3 países bálticos, Polonia y Rumania. Este despliegue se decidió durante el gobierno de Obama, pero Trump sigue ejecutándolo, lo cual significa que la nueva administración no ha debilitado su postura ni ha dejado de lado sus responsabilidades de seguridad en suelo europeo.

2. Integración del sistema de defensa europeo

Frente a la estrategia de repliegue de Estados Unidos y la salida de Inglaterra, la Unión ha reiniciado su plan de defensa integral, proyecto dejado en el tintero hacer varios años.

El Tratado de Lisboa, firmado en diciembre de 2007, define la ruta de integración política de Europa, que incluye el tema de defensa. En julio de 2011, Catherine Ashton, la entonces alta representante del bloque para Asuntos Exteriores y Políticas de Seguridad, propuso que la Unión debía tener una sede militar permanente encargada de la planificación, coordinación y comando independiente de las operaciones militares del bloque. Países como Francia y Alemania estaban de acuerdo puesto que era un paso importante para lograr la independencia del sector. Sin embargo, la oposición inglesa desterró la propuesta. Ahora, su retiro ha eliminado las trabas de su consecución. Federica Mogherini, la actual representante de Asuntos Exteriores de la Unión emitió un plan para la conformación de un ejército europeo, incluyendo la fundación en Bruselas de una sede de planificación y operación militar conjunta. Posteriormente, los ministros de defensa de Francia y Alemania abogaron por el establecimiento de un centro permanente de comando conjunto de la UE que viera la distribución militar en ultramar. En la cumbre europea del 16 de septiembre se definió una hoja de ruta para su implementación.

Tras la elección de Trump, el proyecto se aceleró. En la reunión europea de cancilleres y ministros de defensa, celebrada el noviembre del año pasado, se acordó el plan de formación del ejército. También se propuso un plan de cooperación de seguridad y defensa, con el fin de fortalecer el poder del bloque en dicho sector.

3. El acercamiento de EE.UU. y Rusia agudiza la separación interna de la UE

Hace un buen tiempo que Estados Unidos ha ampliado la presencia de la OTAN en el este de Europa, lo que finalmente provocó la fuerte reacción rusa, especialmente con la Crisis de Ucrania. Rusia no solo recuperó Crimea, sino también se involucró en la Guerra de Ucrania y creó una amenaza latente para la seguridad en el viejo continente.

En cuanto a Rusia, particularmente con respecto a las sanciones, las voces difieren en el seno de la Unión. Los países del centro y este de Europa desean fortalecerlas y piden a Washington aumentar la fuerza contra Moscú. Mientras tanto, las naciones de Europa Occidental buscan reducirlas para así presionar a Rusia a participar en una solución a la Crisis de Ucrania.

El gobierno de Obama asumió la primera posición y logró el respaldo del centro y este de Europa. Pero las acciones de Trump dirigidas a mejorar los vínculos con Rusia causaron malestar y preocupación en este grupo. Según los analistas, bajo este esquema de acercamiento, se podría formar una “Alianza contra Rusia” liderada por Alemania y países como Inglaterra, Suecia, Polonia, así como los 3 países bálticos. Por su parte, el sur de Europa con Austria, Italia, Grecia y Bulgaria, junto con Holanda y Finlandia, preferirían recuperar los lazos con Rusia. De esta manera se puede observar que las nuevas políticas de Trump desde ya tejerán un complejo entramado en el interior de la Unión.

 

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