Una encuesta realizada en 2014 a 1.000 personas en Estados Unidos arrojó que solo el 54% de sus usuarios pertenecía al rango de entre 18 y 34 años, lo cual refleja que la comunicación a través de una cara sonriente puede estar vinculada más con la personalidad que con la edad.

Los estudios también se dirigen a entender cómo a través de los emojis se puede lograr mayor información sobre inclusión social, puesto que estas sencillas demostraciones de emoción virtual pueden influenciar en la manera en que percibimos al otro.

Kaye señaló que la gente se forma una opinión de nosotros basándose en el uso que hacemos de estos dibujos y que esta no es del todo precisa. Lo que se quiere saber es si estos juicios pueden cambiar dependiendo del lugar o de la persona a quien se dirigen, por ejemplo ya sea en el centro de trabajo o entre amigos o familiares.

Quizá pronto esta y otras interrogantes puedan ser despejadas y sepamos un poco más de este hábito de la era digital y sus implicancias en el ser humano.