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spanish.china.org.cn | 22. 12. 2016 | Editor: Lety Du [A A A]

Después de todo…¡Gracias Sr. Trump!

Palabras clave: Trump, América Latina

Por Jorge Fernández

 

Junto a la inesperada victoria de Donald Trump vino un desasosiego general, alimentado por la incapacidad de aceptar la alteridad y otredad de una institución presidencial que en teoría defiende valores universales de igualdad y libertad, y que ahora, se perfila como representante de un discurso nacionalista orientado a la supremacía y al racismo.

La opinión pública internacional se niega a aceptar la realidad del discurso de Trump tal y como es. Desvela ingeniosamente argumentos para demostrar la irracionalidad implícita en la materialización de promesas y el daño que esto tendría en el interés nacional estadounidense. Al final se niega a aceptar que más allá del discurso hay una nación que ha investido y ha dado voz a Donald Trump.

Y es ahí en donde el debate internacional languidece, en reconocer que sin importar la viabilidad de ejecutar una promesa, hay un electorado que favorece la reinterpretación de principios universales en contra del orden internacional que hoy conocemos. El mundo se resiste a reconocer que Trump es la encarnación de los más obscuros sentimientos de una parte de la población estadounidense, que a su vez, delira de aires de grandeza.

Y en contra de todo análisis, América Latina, especialmente México, necesita en Estados Unidos a un presidente como Donald Trump. La opinión pública latinoamericana, incluidos algunos de sus gobiernos, necesitan que los vapuleen contundentemente para que reconozcan, de una vez por todas, la percepción real que Estados Unidos alberga sobre ellos. Es tiempo de reformular políticas y actitudes y no, por el contrario, de devanarse sobre la posibilidad real que tiene Estados Unidos de llevar a cabo un discurso ideológico.

Sorprende que tras una larga historia de injerencias, invasiones y abusos a la soberanía e integridad territorial, a Estados Unidos se le mida en la región latinoamericana con la vara con la que se mide a los socios y amigos de confianza. Washington ha hecho a Estados Unidos una gran nación a costa de los abusos desiguales impuestos contra los estados latinoamericanos y el mundo. Si la vejación y la humillación antes eran veladas, hoy Donald Trump hace patente lo espeluznante de un sector de la nación y del estado norteamericano.

Donald Trump, por increíble que parezca, es el catalizador de un cambio. Es una figura que desvela actitudes en la política exterior que no son nuevas, pero que si han sido ingeniosamente veladas por administraciones pasadas. ¿Es el proteccionismo estadounidense una estrategia económica inédita? ¿Es la discriminación hacia trabajadores migrantes en EE.UU un hecho nunca antes visto? ¿Es la vejación a los gobiernos latinoamericanos un fenómeno inexistente en las relaciones bilaterales? La diferencia estriba en la honestidad para evidenciar actitudes que antes muchas administraciones negaban y ocultaban. Ante tal revelación, el diseño de nuevas estrategias es impostergable.

Si EE.UU puedo o no materializar la retórica del discurso es lo que menos debe preocupar a los estados latinoamericanos. Hoy más que nunca es fundamental redefinir nuevos principios y fórmulas que permitan a América Latina y al mundo tratar con un país cuya política exterior para los próximos cuatro años descansará sobre un marco ideológico xenófobo e intransigente.

Donald Trump ha invitado al mundo a ver la esencia de la política exterior de EE.UU. ¡Gracias Sr. Trump! Su retórica es la base para la formulación de nuevos marcos y actitudes diplomáticas en América Latina. Después de todo, “Make America great again” no tiene ni debe por qué edificarse sobre la humillación y el maltrato de los estados latinoamericanos.

 

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