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spanish.china.org.cn | 03. 11. 2016 | Editor: Eva Yu [A A A]

Los aviones comerciales chinos, una alternativa que por fin tomó vuelo

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Sin embargo, así como ha ocurrido con los trenes de alta velocidad, que ya han llegado a Argentina, Venezuela y Turquía, y tienen en la mira, entre otros, a Estados Unidos, Rusia y Brasil, un avance tecnológico de semejante calibre no debe quedarse confinado a las fronteras nacionales, y por eso, con la seguridad de contar con un producto confiable, China empezó a ofrecer su flamante aeronave a los países vecinos, que por ser también economías en desarrollo se antojan su mercado más apropiado.

Esa ofensiva ha dado resultados hasta ahora satisfactorios, con unidades solicitadas por aerolíneas de Laos, Birmania e Indonesia. De hecho, la nueva pieza también ha despertado interés por fuera de la región, tanto así que al listado de compradores se agregó un cliente de Congo. La confianza del mercado queda plasmada en los más de 300 pedidos hechos hasta la fecha por más de 19 clientes.

No obstante, las ambiciones de China en materia aeronáutica no se limitan a los 3.700 kilómetros de autonomía que definen la naturaleza regional de este aparato (el nombre ARJ21, con base en sus iniciales en inglés, es “Jet Regional Avanzado para el Siglo XXI”), y la prueba es su hermano mayor, el C919.

Pensado para hacer frente al Boeing 737 MAX y al Airbus A320neo, este bimotor podrá transportar un máximo de 174 pasajeros en trayectos de hasta 5.555 kilómetros. Los primeros pasos de este proyecto se dieron a finales de 2010, con la meta de surcar los aires por primera vez justamente en 2016, y empezar entregas dos años más tarde.

Al igual que el ARJ21, el C919 ha sufrido retrasos durante su proceso de desarrollo. Los críticos perennes de China han aprovechado esto para atacar al país y a su industria aeronáutica. Ellos, de la manera más cómoda, pasan por alto el hecho de que virtualmente cada proyecto de estas características, incluidos los de los propios Boeing y Airbus, con toda su experiencia, adolece de este problema, pues, tal vez más que en ningún otro, la seguridad debe ser la consideración primera, al costo que sea; un avión no es una olla para preparar arroz. Y ésas también hay que hacerlas bien.

Por esto mismo, no es motivo de vergüenza el hecho de que las turbinas y buena parte de la aviónica provengan de fabricantes extranjeros. Por un tiempo deberá ser así, mientras el país alcanza el nivel de desarrollo necesario para producir los suyos propios. Ese proceso, no obstante, ya está en marcha, y la prueba es el establecimiento, el mes pasado, de la Corporación de Motores Aéreos de China, sobre cuya importancia comentaron tanto el presidente, Xi Jinping, como el primer ministro, Li Keqiang.

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