Estados Unidos no solo debería tomar en cuenta a China como su igual, sino también la idea de Xi Jinping de crear un nuevo modelo de relaciones entre potencias. La propuesta no es un desafío al orden liderado por Washington, mas bien un punto de inicio que dé vuelta a la trágica historia de grandes poderes. De hecho una reciente conferencia sobre seguridad nacional concluyó en lo mismo.

El servicio de inteligencia estadounidense CIA y la Universidad de Georgetown organizaron el evento denominado INTELCON el 20 de septiembre de 2016, con académicos y expertos del país norteamericano. Un total de 5 panelistas examinaron 5 temas sobre seguridad y el primero tocó justamente si la rivalidad entre los grandes poderes era un peligro constante o una cosa del pasado. John McLaughlin de la Universidad Johns Hopkins, Peter Clement de la CIA y Dennis Wilder de Georgetown University aceptaron la opción de peligro pero reconocieron matices.

El debate comenzó con algunos hechos históricos que McLaughlin describió como un siglo atípico. Por ejemplo se refirió a cómo Estados Unidos tuvo una posición predominante en el mundo durante 17 años hasta que la crisis financiera caló hondo en su confianza. Wilder continuó en esa línea al hablar de China. Apuntó que dicho quiebre financiero cambió la opinión de China respecto al mundo. En 2012, Xi sugirió trabajar con el país norteamericano en aras de una nueva relación entre potencias sin conflictos ni confrontaciones, con respeto mutuo y cooperación de beneficio para ambos. El mensaje fue claro: Compartimos el mismo escenario, probemos algo diferente. “Hemos luchado con eso desde el 2012,” sostuvo Wilder.

Tras el fin del unipolarismo, el mundo cambio de una imagen en blanco y negro a un complejo gris con varios matices, pero la estrategia estadounidense todavía no lo llega a comprender. “No tenemos experiencia en este tipo de situación,” dijo McLaughlin. Tomemos el eje de Washington, una clásica respuesta a la política de potencias y un rechazo a la propuesta china. Económicamente Estados Unidos también siente la presión. Las ideas del gobierno chino como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, que muchos aliados estadounidenses aceptaron, y la Iniciativa del Cinturón y la Ruta son innovadoras y no vinieron de Washington. “[Ellos] compiten con todo lo que Estados Unidos ha propuesto en términos de cambio de dinámica,” agregó McLaughlin. El país norteamericano continúa siendo una fuerza poderosa pero pierde ímpetu y necesita adaptarse.

Si la premisa básica de competencia entre potencias ha cambiado, el enfoque también debe hacerlo. El consejo de Wilder es práctico y realista. Estados Unidos debe invertir más en comprender la posición china y viceversa, y ambas partes necesitan entender lo que significa relaciones entre poderes. Pese a ser rivales en varios niveles, las dos naciones están vinculadas y dependen la una de la otra para resolver los problemas. Lo último que desea Beijing es enfrentarse a su par norteamericano pero aboga por el respeto a su esfera de influencia. Si Estados Unidos lo acepta y puede sentarse a trabajar juntos, entonces el conflicto puede evitarse. Vale la pena intentarlo.