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spanish.china.org.cn | 26. 09. 2016 | Editor: Eva Yu [A A A]

Li Keqiang a Cuba: amigos en las malas, las buenas y las mejores

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Li Keqiang a Cuba: amigos en las malas, las buenas y las mejores

Por Mauricio Castellanos

 

“Tiempo” y “distancia”, dos palabras que cuando utilizadas en referencia a las relaciones normalmente conllevan un significado de dificultades, de debilitamiento, de olvido, de separación. Cuando se dice que “el tiempo y la distancia hicieron su trabajo”, se está dando a entender que la combinación “fatídica” llevó al final, a la ruptura.

Es así, casi siempre, en las relaciones interpersonales, en las amistosas, en las sentimentales y en alguno que otro caso, en las diplomáticas. Pero si hay una excepción a esa regla es la relación entre China y Cuba, a la que la distancia no ha hecho mella, y el tiempo, lejos de lastimar, ha fortalecido.

El hecho de compartir el sueño socialista hizo que en 1960 Cuba se convirtiera en el primer país latinoamericano y caribeño en establecer relaciones formales con la República Popular China. A lo largo de estos 56 años, las dos naciones han atravesado enormes dificultades tanto a nivel interno como regional, e incluso mundial. Pero esos momentos difíciles, que en algunos casos han llevado a auténticas crisis con los liderazgos de otros países y han llegado al punto de hacer peligrar sus respectivos gobiernos y poblaciones, se han convertido en testimonios de una amistad a toda prueba, marcada por la sinceridad, la fidelidad y el compromiso.

Las diferentes realidades nacionales y regionales de cada uno han hecho que, a pesar de compartir las convicciones políticas, sus niveles de desarrollo difieran, lo que de alguna forma ha condicionado la evolución de sus nexos comerciales y económicos. No obstante, la robustez actual de las dos economías permitió que en 2015 comerciaran la nada despreciable suma de 2.216 millones de dólares, con lo que China se ratificó como el segundo mayor socio de la isla, en tanto que ésta refrendó su primer lugar entre los clientes y proveedores de Beijing en la región caribeña.

Es en medio de este inmejorable contexto que llega la visita del primer ministro Li Keqiang a La Habana.

En efecto, el 24 de septiembre de 2016 pasará a la historia como el día en que por primera vez un premier chino pisó suelo cubano en visita oficial (en 1995 Li Peng hizo una breve escala en la capital isleña durante una gira por la región. Que esto nunca antes haya pasado podría parecer un contrasentido o prestarse para suspicacias. Pero es fácil desvirtuarles rememorando la activa participación de Zhou Enlai, el primer revolucionario en ocupar este cargo, en el establecimiento de las relaciones bilaterales. Más aún, la nación caribeña se cuenta entre los pocos países que han sido visitados por todos los presidentes chinos desde 1993, lo que borra de plano cualquier duda sobre la seriedad de los vínculos binacionales.

Por eso las razones de que la visita de Li sea motivo de titulares en todo el mundo deben buscarse en la esfera comercial y económica, que en el organigrama del gobierno chino es competencia del primer ministro.

Como es bien sabido, desde 2011 Cuba ha venido aplicando los Lineamientos de la Política Económica y Social, documento debatido y aprobado en el marco del VI Congreso del Partido Comunista de la isla. La reestructuración, o actualización, como la administración Castro prefiere llamarla, ha significado la multiplicación y diversificación de las oportunidades para que las dos economías obtengan el mayor provecho mutuo, y estén hoy al frente de un panorama nuevo, tan propicio como nunca antes. La presencia de Li Keqiang en la mayor de las Antillas es la prueba de que a la madurez política de la relación le ha llegado la hora de ser acompañada por la económico-comercial. Eso explica que en la agenda del alto funcionario ya se haya confirmado la firma de acuerdos de cooperación en economía, nuevas energías, industria, tecnología y protección ambiental, entre otros.

Voces ya se han escuchado en el sentido de que la visita del premier ha sido precipitada por un supuesto “temor” de China al acercamiento de Cuba con Estados Unidos. Hace falta que dichas voces entiendan que la naturaleza misma de los lazos sino-cubanos deja sin fundamento esa posibilidad: Estados Unidos jamás podría ocupar el lugar que ocupa China en el corazón y el imaginario del gobierno y el pueblo cubanos. Más aún, China desde siempre ha apoyado la postura cubana de que su vecino del norte debe tratarle de manera respetuosa y en pie de igualdad, por lo que cualquier paso en esa dirección es y será celebrado por Beijing. Ahora bien, si la normalización de los nexos cubano-estadounidenses deriva en una Cuba más ágil y activa en el comercio internacional, los beneficios serán no sólo para ella, sino para la región y el mundo, y, por tanto, para China.

Muy diciente el que el anuncio del viaje de Li se haya hecho al término de la 28ª sesión de la Comisión Intergubernamental Cuba-China para las Relaciones Económicas y Comerciales, en la que además se dejó en claro que los dos países están trabajando en una “visión estratégica de futuro a mediano y largo plazo para impulsar los vínculos comerciales”. La isla está adoptando todas las medidas necesarias para entrar a ocupar por fin el lugar que, con todo su potencial, le corresponde en el mapa comercial y financiero del planeta, si bien el logro pleno de este objetivo sigue dependiendo en gran medida de que Estados Unidos ponga fin al anacrónico embargo al que la ha tenido sometida desde hace más de medio siglo.

Como siempre lo ha hecho, China seguirá acompañando a su gran amigo latinoamericano-caribeño, aprovechando junto con él las nuevas oportunidades que la actualización de su modelo económico está presentando, y preparándose, también junto con él, para los mejores tiempos que están por venir.

La visita de Li Keqiang a La Habana es una demostración de que, en ocasiones, la combinación tiempo-distancia puede dar resultados tan dulces como la afamada caña cubana.

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