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spanish.china.org.cn | 06. 09. 2016 | Editor: Eva Yu [A A A]

G20:Puentes sobre el abismo

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G20:Puentes sobre el abismo

Por Nicolás Giménez Doblas

 

China no ha escogido el camino fácil. La transformación que está viviendo el país augura un proceso largo, pero sólido. Su futuro se está haciendo a fuego lento. Las prisas nunca fueron buenas: son muchos los retos y riesgos que hay por delante, y su solución pasa por la innovación, la dinamización, la interconexión y la inclusión, como elementos que cobran cada vez mayor relevancia en el panorama internacional.

No por transitados los senderos son más fiables. En la vía de la recuperación económica hay todavía lastres que pueden volver a hacer penoso el trayecto. Hacen falta cambios para no tropezar con la misma piedra, para evitar que se vuelva a producir una recesión como la que sumió al mundo en la incertidumbre.

Medidas contra el exceso de la capacidad industrial, los altos niveles de deuda o la degradación medioambiental, entre otros problemas acuciantes que precisan de manera inmediata la atención de todos los países. Ahora ya no se trata de una mera competición o rivalidad entre ellos, sino de un desafío al que todos y cada uno de ellos han de hacer frente.

Las palabras del Presidente Xi Jinping han sido categóricas en este sentido durante la cumbre en Hangzhou, Zhejiang. El G20 debe convertirse en el mecanismo de respuesta a la crisis, con medidas a largo plazo. Hasta ahora, la grandes potencias habían mirado a corto plazo, y las consecuencias han demostrado que no es suficiente. No hay más opción anticiparse a lo que está por llegar.

Por vez primera en un evento de este calibre, se ha presentado la política macroeconómica como el principal asunto a tratar, y se ha llevado a cabo una Agenda de Desarrollo Sostenible de ayuda a la industrialización de los países menos desarrollados.

Ya en la última cumbre, que tuvo lugar en Antalya, Turquía, se plantearon nuevos problemas para economía mundial. Si a ello se añade la salida de Reino Unido de la Unión Europea, no resulta demasiado osado afirmar que la escena cada vez se oscurece más. El contexto no es el mismo que hace ocho años, y sin embargo, las heridas aún están abiertas.

Por su parte, la Organización por la Cooperación Económica y el Desarrollo ha reiterado que una financiación ecológica es esencial para lograr una economía baja en carbono, que resulte eficiente en el uso de sus recursos y, que al mismo tiempo sea un escudo que resista el cambio climático. En su 13er Plan Quinquenal (2016-2020), China se ha comprometido a implantar este sistema.

Y es que el gigante asiático está ahora mismo en un nuevo punto de arranque, al que su presidente no ha dudado de calificar de «histórico»: su compromiso sigue siendo mantenerse la tasa medio-alta de crecimiento, mientras que se llevan a cabo profundas reformas financieras y sociales que e buscan promover la estabilidad. A todas luces el país se está guareciendo de la tormenta.

Para ello, Xi Jinping ha establecido como prioridad mejorar la gobernanza económica global mediante la innovación, lo cual es precisamente, sin embargo, alberga una enorme complejidad. Tan solo definirla y acordar los términos de la misma no será una tarea fácil. El Presidente ha indicado la tecnología como la llave para el crecimiento, poniendo de relieve Internet y la Inteligencia Artificial como factores determinantes.

Pero sin duda alguna, lo que más ha llamado la atención de la intervención de Xi ha sido la defensa de la liberalización, facilitar el comercio y la inversión para seguir construyendo una economía mundial abierta. Las ventajas de la compartir beneficios en pos de un ulterior desarrollo mueve a una mayor interacción entre los distintos países y la cooperación económica.

Dada la importancia de China en la economía global, su predisposición al aperturismo es un claro indicio de que los tiempos exigen unión. En su discurso se piden medidas cautelares, se previene de los peligros que están por venir, pero también al mismo tiempo subyace un mensaje de confianza. El llamamiento da pie a cierto optimismo, ya que el proceso de cambio podría mucho más llevadero si se hiciese en común.

Estas declaraciones se han acogido con esperanza entre los que preven una nueva crisis económica. La revolución tecnológica e industrial se ha ralentizado, a la espera de que cobre un nuevo impulso. El envejecimiento y lento crecimiento de la población está comenzando a tener grandes repercusiones económicas. A ello sumada la tendencia hacia el proteccionismo, afectando así a las relaciones multilaterales.

Xi considera imprescindible que el G20 tome cartas en el asunto, y que se adopte un papel de liderazgo en los asuntos clave, con una estrategia económica global de futuro a largo plazo, al mismo tiempo que debería escuchar a los países en vías de desarrollo para crear un mecanismo financiero más inclusivo. Y es que a pesar de sus diferentes condiciones, todos los países tienen la aspiración común por el crecimiento económico y el desarrollo.

La segunda potencia mundial aboga por la cooperación para enfrentarse a las dificultades, por construir puentes sobre el abismo.

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