Por Kerry Brown

Desde 2009, el G20—el foro internacional de cooperación económica—se ha convertido en uno de los principales medios para que diferentes líderes mundiales tengan la oportunidad de reunirse con el objetivo de elaborar políticas de cooperación y abordar temas de interés común. Este año la cumbre se celebrará a principios de septiembre en la ciudad de Hangzhou, ubicada en el sureste de China. Con países miembros tan diversos como China, India, Rusia y Estados Unidos, así como también la Unión Europea, el grupo constituye cerca del 85% de la economía mundial por lo que sus decisiones sin duda tienen un enorme impacto. Ahora la gran interrogante es, en qué tema puede todo el mundo estar de acuerdo, y cómo estas decisiones deberían implementarse?

Falta de oportunismo

El problema con el G20 es que a menudo en el último tiempo ha desperdiciado importantes oportunidades para enfrentar temas claves en un momento dado. Las discusiones en la cumbre del G20 celebradas en Brisbane, Australia, fueron opacadas por la falta de voluntad política del gobierno anfitrión para priorizar las conversaciones del cambio climático y medioambiente. Esto fue realmente una pérdida ya que Estados Unidos y China, en la Conferencia Económica Asia-Pacífico que se celebró en Beijing unas semanas antes, ambas partes ya habían acordado reducir las emisiones de carbono en las próximas dos décadas. La cita de Brisbane tampoco fue de gran ayuda como antesala para la Conferencia del Cambio Climático que se realizó en París el año siguiente y que para sorpresas de muchos logró un acuerdo global. En este sentido, la cita se Brisbane desaprovechó una gran oportunidad de alcanzar algún tipo de consenso.

Este año la presión para que el G20 logré algún acuerdo es aún mayor debido a los complejos y urgentes temas que enfrenta el mundo de hoy. Estados Unidos está experimentando lo que parece ser unas de las carreras presidenciales más polémicas en la historia reciente con el candidato republicano Donald Trump, quien promueve vehentemente una plataforma proteccionista y antiglobalización. En Europa, la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea tras el plebiscito de junio ha sido catalogado por la mayoría de los expertos como una medida antiglobalista justo en medio de una era de acuerdos comerciales y apertura de mercados internacionales que ha dejado tanto ganadores como perdedores. En Francia el movimiento de ultra derecha, El Frente Nacional, bajo las órdenes de Marie Le Pen, actualmente disfruta de una enorme popularidad entre los electores. Por su parte en Austria, la repetición de la segunda vuelta presidencial (en gran parte ceremonial, pero enormemente simbólica) quizás resulte en una rotunda victoria para la extrema derecha.

Las protestas en contra de la globalización se ha extendido a través de sistemas políticos transversales generando un exacerbado nacionalismo y división entre los electores y comunidades. Predecir qué podría desembocar todo esto resulta muy dificil de saber. Eso sí, una cosa es cierta. Dado los elevados niveles de frustación y descontento, la conformidad no es una opción.

Círculo vicioso

Este año la Cumbre del G20 permitirá a los líderes la oportunidad, desde la perspectiva de sus diferentes economías y sistemas políticos, reflexionar de que a pesar de mejorar las condiciones de vida y sanidad de sus respectivos pueblos los niveles de insatisfacción todavía son considerables.

Qué se puede hacer al respecto. Si se debaten más medidas de estímulo y crecimiento, muchos lo pueden percibir como la fuente de todos sus males? Los tratados de libre comercio y acuerdos comerciales son considerados cada vez con mayor suspicacia . Asimismo, el sentimiento proteccionista se ha intensificado a pesar de las investigaciones de la gran mayoría de los economistas que abogan por el retiro las barreras comerciales y el aumento del acceso al mercado global con el objetivo de recuperar el alicaído PIB. Sin embargo, está la paradoja de que tales medidas provocarán inevitablemente más infelicidad e insastifacción generando un nuevo círculo vicioso. Entonces, cuál es la solución para este enigma.

El miedo y el odio

Los temas a tratar en el G20 incluirán la inequidad y la desigualdad, puntos que son la base de los movimientos antiglobalización. La sociedad desea estimular la innovación con el objetivo alentar el emprendimiento empresarial de los individuos para dinamizar sus economías y compañías. No obstante, los estudios han demostrado que el mundo industrializado y en el vías de desarrollo, la desigualdad nunca antes había sido tan abismal como ahora.

El coeficiente Gini es la medida más común para medir la desigualdad, en ella el valor 0 se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y donde el valor 1 equivale a la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno). Según este índice, Estados Unidos, China y partes de Latinoamérica, Africa y Europa son ahora altamente sociedades desiguales. En tanto, países europeos como Suecia, Dinamarca, y Noruegan exhiben altos niveles de igualdad con coeficientes de aproximadamente 0.25, mientras que China obtiene un 0.46, Estados Unidos 0.45 y el Reino Unido 0.32.

Aunque el fenómeno de la creciente desigualdad es reconocido por todos, el cómo enfrentarlo permanence en la más absoluta incógnita. La redistribución del sistema impositivo es una alternativa pero ha demostrado ser poco eficiente con los altos niveles de riqueza y en el caso de las corporaciones, un enorme fracaso. Una de las grandes controversias en los últimos años tanto en Estados Unidos como en Europa ha sido la capacidad de las compañías transnacionales de buscar paraísos fiscales. En una época donde gran parte del comercio se desarrolla en línea, el tema de la ubicación física donde realmente se realizan los negocios es cada vez más difícil de comprender. El descaro de algunas importantes compañías tales como Amazon, Apple y Starbucks que han logrado obtener jugosas utilidades practicamente pagando irrisorias contribuciones al fisco es uno de los factores que han contribuido al rechazo de la globalizacion.

Otro tema de conflicto son las medidas de austeridad. En gran parte de la población de Estados Unidos y la Unión Europea los salarios permanecen practicamente sin cambios, mientras que la seguridad laboral es cada vez más débil. Muchas personas en el Reino Unido culpan a la inmigración por su adversa situación financiera a pesar de que estudios académicos demuestran que el flujo migratorio hacia la isla no hace más que estimular su economía. Existe el miedo infundado que la apertura de los mercados exteriores significa una mayor inseguridad en casa. Ha transcurrido casi una década desde la crisis financiera de 2008, sin embargo, la caída continúa con un público cada vez más desconfiado hacia las instituciones bancarias, mientras que las finanzas internacionales y el liberalismo de mercado gozan de buena salud.

El camino hacia adelante

Todos los miembros del G20 comparten el tema de cómo enfrentar lo dulce y agraz de la globalización, así como también el desafío de diseñar políticas para preservar lo positivo que ofrece el acceso al libre mercado y al mismo tiempo proteger su industria nacional y confianza de sus electores .

Si bien cada nación tiene sus particularidades respecto de la globalización, desde China a los Estados Unidos y Australia, el reconocimiento de la desigualdad, el desarrollo desigual y el malestar ciudadano necesitan ser enfrentados y no ser dejados de lado. Un nuevo tipo de diálogo internacional sobre la globalización y sus repercusiones debe comenzar. Lo que era considerado por algunos como una política positiva en las dos últimas décadas ahora parece ser que su apoyo es cada vez más complejo de conseguir.

El autor es colaborador de la revista Beijing Review y director del Instituto Lau China del King’s College de Londres