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spanish.china.org.cn | 28. 06. 2016 | Editor: Eva Yu [A A A]

95 años después, la estrella roja brilla más que nunca

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95 años después, la estrella roja brilla más que nunca

Por Mauricio Castellanos

El 23 de julio de 1921, 13 hombres que amaban a su país como pocos, se reunieron en Shanghai para celebrar el primer Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCCh). El Partido acababa de nacer, tenía apenas tres semanas. Como tantas “primeras veces”, muchos de los planes y objetivos allí acordados pueden haberse perdido por el camino o en el horizonte, pueden haber fracasado a causa de la ingenuidad y la inexperiencia, pero el más crucial, el de hacer de China un gran país, es hoy, casi un siglo después, una sólida realidad, y un testimonio de la visión de esos 13 hombres y del compromiso de servicio y amor a la nación que heredaron a sus copartidarios y compatriotas.

Noventa y cinco años le han servido al PCCh para entender a la perfección las necesidades y deseos del pueblo chino y aprender cómo suplirlos de la forma más apropiada. También para aprender a defenderlo y hacerlo respetar. No sorprende, entonces, que ese mismo pueblo se haya mantenido fiel al Partido y sus líderes, ni que lo rodee hoy, una vez más, para celebrar su aniversario.

Sin duda, el logro más grande lo constituye la fundación de la Nueva China. Pero antes de ésto, la victoria del pueblo chino en la Guerra contra la Invasión Japonesa, bajo la guía del PCCh, fue un suceso que marcó la historia de la nación, y sin el que ni siquiera hubiera sido posible el nacimiento del país.

Tras esos dos hitos comenzó la cadena de éxitos que hoy tienen a China como la segunda economía más robusta del planeta, entre los que destacan la liberación pacífica del Tíbet y el haber sacado de la pobreza a más de 700 millones de personas en apenas poco más de 30 años. No menores son otros logros, como el retorno de Hong Kong y Macao a la soberanía nacional, el ingreso del país a la Organización Mundial del Comercio y la puesta en marcha del programa espacial. La lista sería interminable.

Pero nada de esto hubiera sido posible sin el descubrimiento del socialismo con características chinas, esa fórmula para nada mágica pero sí científica que es la que ha permitido encontrar las soluciones específicas para que 56 grupos étnicos diferentes estén saboreando los frutos del desarrollo y disfrutando de un nivel de vida cada vez más elevado. Fue gracias a esto que Deng Xiaoping, además de visionario, pragmático, pudo adoptar las reformas que, en el marco de la política de Reforma y Apertura, resultaron cruciales para que el país definitivamente alzara el vuelo, pues comprendió que el socialismo no es una entidad rígida sino amoldable a las necesidades de cada sociedad que lo adopta.

Como en todo ejercicio de aprendizaje, se han cometido errores. No se puede negar que algunas decisiones, aunque tomadas con la mejor voluntad, han arrojado resultados impensados o que distan mucho de lo que se esperaba. Tampoco que al PCCh han logrado entrar personas que en realidad no reúnen las calidades para hacer parte de él, las cuales han utilizado su posición para obtener provecho para sí mismos o para terceros. Pero, siempre vigilante, y valiéndose de su cohesión, disciplina y organización, el Partido ha logrado mantenerse razonablemente limpio, y hoy, aparte de su ya famosa lucha para erradicar la corrupción, realiza con frecuencia campañas de formación para garantizar que sus miembros observen sus estatutos al detalle, y correspondan con hechos y acciones al honor que constituye hacer parte de él.

Regresando al tema de los logros y éxitos, hay que decir que a pesar de ellos, el PCCh no ha perdido su humildad, no ha olvidado que proviene de las bases y que la gran mayoría de sus 88 millones de miembros también. Tampoco se ha engañado a sí mismo pensando que la labor ya está cumplida. Lo que sí ha hecho es poner su experiencia e incluso sus recursos a disposición de quienes los consideren útiles, mayoritariamente, claro, los gobiernos de otros países en vías de desarrollo. Por supuesto, su ascenso y su disposición a ayudar a naciones oprimidas no precisamente le han granjeado el favor de gobiernos que, de forma egoísta, han elegido usar su desarrollo y poder para imponer sus ideas y valores, con la obtusa y mezquina creencia de que si les han funcionado a ellos, funcionarán en todo el mundo. Su soberbia les impide entender que cada pueblo es libre de elegir su forma de vida, que no por ser desarrollados tienen la razón en todo.

Es ante estos países, grandes potencias, que el PCCh, a la cabeza del gobierno, ha logrado defender la soberanía tanto territorial como política de China, y es a pesar de los incesantes ataques de ellos que la ha llevado al centro del escenario internacional, donde hoy es motivo de admiración.

Pero, como decíamos antes, lejos está aún el fin de la labor. Por eso hoy el Partido, encabezado por su secretario general, Xi Jinping, y con el apoyo incondicional de toda la población china, trabaja arduamente para garantizar el cumplimiento de la meta más grande de todas, una que, con seguridad, requerirá de mucho menos de 95 años: el gran rejuvenecimiento de la nación china, el sueño chino.

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