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spanish.china.org.cn | 03. 05. 2016 | Editor: Lety Du [A A A]

CICA: En la confianza está la paz

Palabras clave: CICA, Asia

Por Isidro Estrada

 

La quinta reunión de cancilleres de la Conferencia sobre Interacción y Medidas de Construcción de Confianza en Asia (CICA, por sus siglas en inglés) acaba de celebrarse en Beijing, los días 27 y 28 de abril. Es menester recordar que hace apenas dos años, en mayo de 2014, China acogió la Cuarta Cumbre de CICA, durante dos días, en la meridional urbe de Shanghai. El hecho de haber sido sede de ambos encuentros en apenas dos años, da una idea de la importancia que China - actual presidente de la organización -, concede a este espacio de concertación regional, en momentos en que como nunca antes se precisa consolidar vínculos entre todos los países asiáticos. Reforzar puentes en lugar de resignarse erigir nuevos muros parece ser la consigna.

Para aquilatar en su justa medida la creciente importancia de CICA, se impone echar la vista atrás y hurgar en su origen y desarrollo. La noción de su pertinencia comienza a tomar cuerpo como resultado de los traumáticos cambios que, a nivel de la correlación internacional de fuerzas, resultaron del fin de la Unión Soviética. No en balde la idea de su fundación partió de una de las repúblicas asiáticas que la integraron hasta 1991. Un año después de la desintegración de la otrora superpotencia, el presidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev, hizo el primer llamado en ese sentido, el 5 de octubre de 1992, en la 47 sesión de la Asamblea General de Naciones Unidas. Con el fin declarado de la Guerra Fría - afirmaba Nazarbáyev y con él coincidía muchos otros- , Asia enfrentaba tiempos muy distintos, en buena medida teñidos de incertidumbre y desafíos, de ahí la necesidad de explorar nuevas variantes de interrelación.

Los siete años transcurridos desde entonces y hasta 1999, sirvieron de acicate a varios países de Asia, en el sentido de que urgía dar vida a un mecanismo regional como el propuesto por Nazarbáyev. En ese lapso, funcionarios asiáticos de diverso rango celebraron varias reuniones y fueron acomodando acuerdos, hasta desembocar en la primera Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de CICA, celebrada en Alma Atá, capital kazaja. En ese entonces CICA contaba con 15 miembros, China entre ellos, así como siete países observadores y representación de entidades internacionales como Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Seguridad y Cooperación de Europa (OSCE).

El ABC de CICA

CICA aclara que su cuerpo descansa sobre tres pilares esenciales, a saber: la paz, la estabilidad y la seguridad. Y no es posible soslayar que para el mundo en general, y en este caso para los asiáticos, este “trípode” no podrá aguantar el peso de los conflictos legados de muy atrás, más los nuevos desafíos (leáse terrorismo, control sobre las fronteras, el tráfico de seres humanos y los delitos transnacionales como el narcotráfico) si antes no hay una interacción entre todos los involucrados, partiendo del terreno común que supone la confianza mutua.

Y es precisamente confianza, mucha confianza, lo que requiere cultivar China para lidiar con dos de los temas que el presidente chino, Xi Jinping, sacó a relucir en la inauguración de la Quinta Reunión de Cancilleres en la capital china la semana pasada: los diferendos por el tema nuclear en la península de Corea y el vinculado a los pleitos por definiciones limítrofes en el mar Meridional de China.

China, dijo Xi Jinping, cumplirá lo estipulado por la ONU en el primer caso, promoviendo el entendimiento entre partes en conflicto, mientras que en el segundo intentará limar asperezas, llamando al diálogo bilateral y procurando arreglos con cada una de las varias naciones implicadas, sin renunciar por ello a lo que considera sus derechos soberanos en la zona.

La “Diplomacia del Anfitrión”

Partiendo de la experiencia que ha acumulado en su amplia gestión e indiscutible liderazgo en otros foros, al estilo de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), en el plano político, y de la Cooperación Económica de Asia y el Pacífico (APEC), en lo económico, China ha engrasado su maquinaria negociadora de cara a CICA, recurriendo a lo que algunos expertos han dado en llamar “Diplomacia del Anfitrión”, que entraña la ya demostrada capacidad de Beijing para proponer, montar y gestionar reuniones y foros en su territorio.

En gran medida, esta capacidad de convocatoria china viene dada por su condición de miembro permanente del Consejo de Seguridad, a lo que se agrega su actual posición de segunda mayor economía del mundo. China es una potencia en ciernes y, en consecuencia, despliega su capacidad por el orbe. No en vano Occidente le ha estado exigiendo cada día con mayor ahínco desempeñar un papel de actor mundial, acorde a su actual poderío.

De hecho, China ha cumplido la asignación, considerándose a sí misma como “país responsable”. Las aproximaciones negociadas a las crisis de Siria y al diferendo nuclear con Irán son muestras evidentes de lo dicho. China se empeñó en que primara la opción del diálogo, y en ambos casos lo ha conseguido, en colaboración con una parte importante de la comunidad internacional.

No todo es coser y cantar, empero. Múltiples escollos siguen saltando a la vista.

Xie Chuntao, profesor y director del Departamento de Enseñanza e Investigación de la Escuela del Partido Comunista de China (PCCh), explica en su libro de reciente publicación “Ocho desafíos para el PCCh”, que “los amigos de China en Asia se han ido alejando de ella en silencio”. En ese sentido, el profesor Xie recuerda que en 2009 el primer ministro de Singapur, Lee Kwan Yew – inspirador en el pasado de las reformas chinas que capitaneó el desaparecido líder Deng Xiaoping- pronunció un discurso en EE.UU., en el cual sostuvo que los países asiáticos, incluidos Japón y la India, no podrán competir con China dentro de 20 o 30 años, en términos de influencia y poderío. Por lo tanto, agregó “Asia necesita de EE.UU. para mantener su equilibrio”.

Esta apreciación que cita Xie Chuntao ha sido compartida por otros vecinos de China, en particular en el ámbito de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ANSEA), algunos de cuyos miembros mantienen diferencias con Beijing por reclamos geográficos en el mal Meridional. Para EE.UU. esta visión viene como anillo al dedo, pues le ayuda a sustentar su declarada “vuelta a Asia”, en momentos en que Washington comienza a tomar muy en serio el renacer de su papel hegemónico en Asia oriental.

La presencia de EE.UU. en la zona recuerda a China lo imperioso de subrayar que CICA propugna una “Asia para los asiáticos”, sin presencias extra-regionales que coadyuven a complicar los actuales conflictos y litigios en la zona. Conseguir esta aspiración es otro de los empeños centrales de CICA.

En el mundo hispano-hablante suele decirse a menudo que “en la confianza está el peligro”, partiendo del entendido de que no es bueno poner fe ciega en alguien o algo, pues más temprano que tarde el objeto de nuestra buena voluntad puede dejarnos plantados.

Sin embargo, en lo que a diplomacia regional se refiere, China no tiene mejor opción, para reivindicar su discurso de desarrollo pacífico y buena vecindad, que seguir pugnando por convencer a sus vecinos asiáticos que no tienen nada que temer de ella. En el momento en que logre, habrá cambiado el sentido de refrán hispano, porque para entonces en la confianza estará la paz. O lo más cercano a ella.

 

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