Hace menos de diez años se encontró en Siberia el fragmento de un meñique infantil de unos 50.000 años que reveló la existencia de una especie humana nueva para la ciencia. Se trataba del hombre de Denisova, nombre que recibió por el lugar donde fue desenterrado el dedo, y más adelante dos dientes, y que resultó estar emparentado de forma muy próxima con los neandertales.

Ahora investigadores de la Universidad de Washington y del Instituto Max-Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig han descubierto una importante cantidad de ADN denisovano en los habitantes de las islas de la Melanesia en el Océano Pacífico, a miles de kilómetros de Siberia.

Muchos científicos han tratado de averiguar cuándo y dónde el Homo Sapiens se cruzo con el neandertal, del cual tienen restos todos aquellos de ascendencia asiática o europea. “Diferentes poblaciones tienen niveles ligeramente distintos de ascendencia neandertal, lo que probablemente significa que los seres humanos se encontraron varias veces con los neandertales a medida que se extendían por toda Europa”, explica Benjamin Vernot, estudiante postdoctoral de la Universidad de Washington y responsable del trabajo.

Pero dónde tuvieron contacto nuestros antepasados con los denisovanos es algo más difícil de decir. Los investigadores creen que, al contrario de lo sucedido con los neandertales, ocurrió una única vez. Probablemente, los denisovanos se extendieron desde Siberia hacia el Este de Asia. Los primeros seres humanos con ancestro denisovano y neandertal podrían haber viajado a lo largo del Asia Sudoriental y, con el tiempo, algunos de sus descendientes llegaron a la islas del norte de Australia.

Los investigadores analizaron el genoma de 1.523 individuos de diferentes procedencias geográficas. En los procedentes de la Melanesia, hasta el 4% del genoma resulto ser denisovano.

Anteriormente, los investigadores habían localizado grandes regiones del genoma donde los seres humanos no llevan ninguna secuencia neandertal. “Ahora sabemos que algunas de esas regiones también están desprovistas de secuencias denisovanas”, dice Vernot, que se refiere a ellas como “desiertos arcaicos” que refuerzan el argumento de que algo ahí es exclusivamente humano.

El equipo de investigación también identificó los genes heredados de los neandertales y denisovanos que supusieron una ventaja para los antepasados de los modernos melanesios. “Algunas de las secuencias que los humanos modernos heredaron de los neandertales y denisovanos ayudaron a nuestros antepasados a sobrevivir y reproducirse, afirma Joshua Akey, experto en genética evolutiva de Washington.