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spanish.china.org.cn | 10. 03. 2016 | Editor: Elena Yang [A A A]

Legisladores encauzan a la filantropía por el camino de la legalidad

Palabras clave: ley de caridad, China, dos sesiones

Por Jorge Fernández

 

La ratificación de una Ley de Caridad trae nuevas esperanzas a aquellos que entienden la filantropía como una de las columnas del desarrollo, a la vez que somete a ignominiosas figuras que han lucrado con la donación y el servicio social.

 

 

Gran optimismo ha generado la discusión del borrador para una Ley de Caridad en China, la primera en el país, orientada a defender los derechos de los menos privilegiados, ultrajados sofisticadamente por ignominiosas figuras que amparadas en la indeterminación de una ley, han lucrado con la desdicha de aquellos caídos en la desgracia.

La protección felizmente no solo apunta a los beneficiarios, sino que protege de igual forma a los filántropos chinos, carentes de un sistema abierto y transparente, al fortalecer su confianza e impulsar la creación de organizaciones caritativas, limitadas hoy por un sistema legal que necesita urgentemente un marco conceptual más amplio para la filantropía.

Las redes sociales han aireado con indignación la falta de transparencia en el sistema filantrópico, al tiempo que han manifestado la importancia de flexibilizar el término caridad, con el fin de que campos tan variados como el de la salud, la educación o incluso la protección medioambiental, sean objeto de contribuciones humanitarias.

Por ello, la ratificación de una Ley de Caridad en la XII Asamblea Popular Nacional, trae nuevas esperanzas a un sector de la sociedad que está dispuesto a compartir bajo un esquema de certidumbre, los frutos de un desarrollo que ha sido menor en las zonas centrales y occidentales del país.

Especial atención deberá prestarse a aquellos seudofilántropos, nacionales y extranjeros, que han hecho de la caridad y el servicio social una onerosa empresa, en la que con toda desvergüenza, lucran no solo con la imagen de aquellos que piden desesperadamente ayuda, sino que abusan de personas de buen corazón que están dispuestos a prestar ayuda.

Nunca faltan en zonas marginadas, en donde la tragedia ha hecho su aparición, deleznables figuras del mundo del espectáculo, que a fin de revitalizar sus decrépitas carreras, acuden prestas a posar en imágenes en las que ellos son el centro de la donación y la ayuda. La caridad no puede ni debe ser objeto de promoción para personas físicas o jurídicas, y menos a costa de los desamparados.

Las ferias de caridad han despertado la ambición de inescrupulosas figuras que con productos de reprobable calidad y con precios exorbitantes, seducen a personas de buen corazón a comprar bienes de valor irreal. La filantropía no puede ni debe ser manipulada por estrategias que defrauden a los donantes y que vulneren la confianza que la ciudadanía deposita en los sistemas de caridad.

China es un país abierto al exterior que requiere de un sistema legal que estimule un espíritu de hermandad y de reparto, y las dos sesiones políticas ofrecen una oportunidad para ello, no solo entre chinos, sino entre extranjeros y chinos. Occidente posee una gran tradición en la fundación de organizaciones filantrópicas, que pueden colaborar eficientemente con organismos no gubernamentales de China.

El reto estriba en el establecimiento de un marco legal inclusivo, transparente y honesto que estimule la participación de figuras físicas y morales, nacionales y extranjeras, en la donación y ayuda a grupos desfavorecidos.

Un concepto flexible, amplio e inclusivo de la caridad deberá incluir la creación de programas de desarrollo, con los que se garantice la proliferación de escuelas y hospitales, y con los que se estimule innovadoramente la creatividad de jóvenes emprendedores, aletargada por falta de recursos y oportunidades. La filantropía es desarrollo, y el desarrollo debe orientarse bajo un esquema legal, limpio y transparente.

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