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spanish.china.org.cn | 22. 10. 2015 | Editor: Eva Yu | [A A A] |
Por Jorge Fernández
La diplomacia de Xi Jinping ha colocado a la prosperidad de China en el corazón de la realeza británica y en los planes estratégicos de los más influyentes líderes de estado.
Sin lugar a dudas, la visita de Xi Jinping a Reino Unido ha dejado atónitos a no pocos líderes mundiales por la franqueza con la que altos funcionarios británicos han revelado su compromiso de hacer del Reino Unido el principal socio de China en Occidente.
La diplomacia de China no sólo ha cosechado frutos entre los países en vías de desarrollo, sino que hoy por hoy, potencias como el Reino Unido, al otro extremo de Eurasia, colocan a sus más prominentes estrategas en posiciones clave para potenciar la relación con China.
Ambos países han logrado en años recientes una coincidencia de intereses en temas políticos y económicos, situación que sienta las bases para una cooperación integral que toma al pragmatismo y a la inclusión como pilares de su orientación.
A ojos de Reino Unido, la nueva normalidad del crecimiento económico de China no ha restado ímpetu a la inversión o a los intercambios comerciales, en los que el país insular ocupa la segunda posición como el mayor inversor en China y como socio comercial de la Unión Europea.
Y a ojos de la opinión pública de China, la visita de Xi Jinping refleja el prestigio y el nivel que el líder chino y su esposa, Peng Liyuan, tienen a nivel mundial, colocando la imagen de prosperidad de China en el corazón de la realeza británica y en los planes estratégicos de los más influyentes líderes de estado.
La coincidencia de intereses estratégicos lleva implícita responsabilidades que cada una de las partes deberá asumir, especialmente ahora que ambos estados han decidido rubricar una época de oro en una relación bilateral de amplio espectro.
La diplomacia entre líderes de China y Reino Unido es en sí misma el resultado de una base más amplia en donde los intercambios económicos, políticos y culturales han sido fundamentales para sustentar este apoteósico recibimiento.
Y ahora que Reino Unido se ha establecido como meta convertirse en el principal socio de China en Europa, la espectacularidad de esta recepción debe reafirmarse con agendas de trabajo a futuro que consoliden la constitución de la base misma de la relación.
La inquietud entre líderes de opinión, que argumentan que la clase política de Reino Unido desconoce a profundidad la naturaleza del regimen comunista de China, solo puede aclararse mediante un intercambio franco y abierto en el terreno político, que materialice tangiblemente los propósitos establecidos para este nuevo capítulo dorado de la relación bilateral.