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spanish.china.org.cn | 08. 10. 2015 | Editor: Eva Yu [A A A]

Cómo comprar un arma por 75 dólares en Estados Unidos

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Cómo comprar un arma por 75 dólares en Estados Unidos

(SPANISH.CHINA.ORG.CN)- Un hombre vendía su escopeta por 75 dólares. El dueño describió así el arma: “Funciona, pero mal, porque es muy vieja. Lo mejor que puede hacer es colgarla de la pared”. Para comprar un arma en Virginia, Estados Unidos, sólo se debe ser mayor de 12 años, hablar inglés y no se necesita tener un permiso.

El hombre medía algo más de un metro ochenta, tenía cuarenta y pico años y vestía como cualquier otro -pantalones, chaqueta, vaqueros y gorra- mientras paseaba lentamente entre las 100.000 armas puestas en venta en los expositores de los 2.700 mayoristas de la Feria de Armas de la Nación, que se celebra cada año a las afueras de Washington, en el Centro Comercial y de Exposiciones el de Dulles.

Llevaba a hombros una mochila gris, aparentemente llena de piezas de repuesto para armas. Y una escopeta, en cuyo cañón había pegado una cartulina marrón con un cartel: Se vende.

La compra de la escopeta era lo que se conoce como una venta privada. Desde 1986, la legislación estadounidense establece que cualquier persona que no tenga en la venta de armas su principal fuente de ingresos, puede vender cuantas armas desee. En esos casos, no es necesario llevar a cabo ningún papeleo. La transacción se formaliza en el acto.

"Sólo en metálico, no acepto cheques", explicaba el hombre de la escopeta. "Usted me da su dirección y su número de teléfono, y yo le doy los míos, y ya está". ¿No hacen falta más papeleos, no hay que comprobar nada? "Nada en absoluto". Y por supuesto que puede llevarse el arma sin más.

Sólo existe un obstáculo para adquirir la escopeta: Hay que residir en Virginia. Es por ello, que un enviado del diario El País, quien vive en el estado de Washington no consiguió hacerse con el arma. Sin un permiso de armas, comprar una es ilegal. Por lo tanto el hombre siguió aguardando a que un nativo de Virginia desease adquirir su vieja escopeta.

¿Qué sucede si uno desea comprar un arma en uno de los puestos oficiales de venta? Para comenzar, allí la regulación es más estricta. Si uno quiere tener en su poder un AR-15, que es la versión para civiles del M-16 del Ejército y los Marines, o un Lee-Enfield británico de 1910, se necesita pasar por un breve trámite burocrático, donde habría que firmar un documento en el cual el adquirente declare que: No consume antidepresivos, ni tiene “ninguna deficiencia mental”; además debe ofrecer dos documentos que acrediten su identidad, esperar a la confirmación de una base de datos de que no tiene antecedentes penales, entre otras cosas.

"No le llevaría más de media hora", explicó Doug, uno de los vendedores de uno de los stands, al reportero de El País, mientras intentaba convencerlo de hacerse con una Glock 1980 por 950 dólares negociables, y pagaderos en 12 cómodas mensualidades. Doug aceptaba tarjeta.

"Esta pieza puede volar. A la gente le encanta", indicó.

Las malas noticias vuelan como balas

Las Glock, originarias de Austria, se venden bien en Estados Unidos, a pesar de que a menudo encabezan trágicos titulares. Entre su historial, destacan varios asesinatos violentos: Dylann Roof utilizó una Glock del 41 para asesinar a nueve afroamericanos en la iglesia de Emanuel, en Carolina del Sur, en junio. James Holmes empleó una Glock del 22, entre otras armas, para matar a 16 personas en un cine de Aurora, en Colorado, en julio de 2012. Tres semanas más tarde, Wade Michael Page se suicidó con su Glock de 9 milímetros después de haber asesinado en un templo sij de Oak Creek, en Wisconsin, a seis fieles a los que había confundido con musulmanes porque llevaban turbantes. El 8 de enero de 2011, Jared Lee Loughner mató a seis personas en Casas Adobes, en Arizona, con otra Glock de 9 milímetros.

Pero, además de las Glock había otras pistolas, algunas de colores rosas y verdes. Aunque parecían de juguete, hay que recordar que el niño Tamir Rice fue asesinado a tiros en diciembre pasado, por un policía de Cleveland que confundió su pistola de plástico con una de verdad.

Y hablando de niños, muchos de ellos asistieron a la feria acompañados de sus padres y madres. Algunos parecían expertos mientras inspeccionaban a detalle las armas. Pero no hay por qué alarmarse, pues este es un evento para toda la familia.

Familia, sobre todo, blanca, de clase media y media-baja, y rural. Pero también asiática, porque aquí hay una considerable comunidad vietnamita. La heterogeneidad no se circunscribe a las razas, sino a los productos, que incluían desde banderas confederadas -Walter, un ex policía, vendía una de 1910, "de cuando no estaban hechas en China"- hasta pegatinas con una mirilla apuntando a un turbante, pasando por vídeos de hazañas bélicas. Porque la Feria es muy política. Un hombre de rasgos asiáticos que apenas hablaba inglés vendía balas, cargadores, y cabezas de Obama de goma para colgar en el techo del coche. "Son piezas únicas, no las encontrará en Internet", decía.

Frente a su stand, estaba un puesto en el que la campaña del senador de Virginia Dick Black pedía el voto amparándose en su defensa de las armas de fuego.

El enviado de El País manifestó que no pudo irse a casa con la escopeta. A lo cual uno de los voluntarios respondió: "¿Usted es de Washington? ¡Lo siento! ¡Mal lugar para tener armas, salvo que seas delincuente!".

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