Mientras Europa pone cara larga ante la enorme marea de refugiados, ha llegado la hora de que su aliado al otro lado del Atlántico, Estados Unidos, abandone su actitud de "esperar a ver" y adopte medidas concretas para resolver la acuciante crisis.

Según un informe reciente de la ONU, más de 300.000 refugiados (el 80 por ciento de ellos sirios) entraron en Europa a través del Mediterráneo entre enero y agosto, sobrepasando la cifra registrada en todo el año anterior.

Se estima que el número total de refugiados que huyen a Europa, algunos de los cuales también proceden de Irak, Yemen, Libia y Egipto, ha alcanzado ya un millón.

Esta emigración multitudinaria no es el resultado de casos aislados de personas que logran infiltrarse en otros países sino el estallido de una crisis humanitarias en países devastados por la guerra donde los derechos humanos básicos no están garantizados.

Y la culpa principal debería recaer en Estados Unidos por el caos que ha creado al empezar guerras y desestabilizar países a través de varios medios.

Tomemos Irak como ejemplo. En 2003, EEUU y Reino Unido se saltaron al Consejo de Seguridad de la ONU y comenzaron a lanzar ataques unilaterales contra Irak, argumentando que el país ocultaba armas de destrucción masiva y apoyaba el terrorismo.

En realidad, su auténtico motivo era derrocar al régimen de Sadam Husein, opuesto a EEUU.

Unos 162.000 iraquíes han perdido la vida durante la guerra y varios millones de civiles han huido a las vecinas Jordania y Siria, contribuyendo indirectamente a la actual crisis de refugiados en Europa.

Más tarde, en 2010, los disturbios ocurridos en Túnez, Egipto, Libia, Yemen y Siria causaron turbulencias políticas, depresión económica y malestar social en esos países. Grupos extremistas como el Estado Islámico también empezaron a afianzarse y han lanzado ataques atroces, lo que ha generado un flujo masivo de solicitantes de asilo en Europa.

Al hacer frente a la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial, la Unión Europea (UE) está debatiendo la adopción de un plan de acción conjunto, con sus países miembro divididos en sus respuestas a los migrantes.

Alemania ha relajado temporalmente sus normas fronterizas para acoger miles de migrantes, mientras que algunos países del este de Europa, impedidos por sus limitaciones financieras, todavía mantienen sus puertas cerradas a los refugiados.

EEUU, que es el principal responsable de la crisis, no ha mostrado, no obstante, indicios de planear un incremento significativo de su cupo de entrada de refugiados, a pesar de su promesa de aportar 4.000 millones de dólares estadounidenses para ayuda a este colectivo.

Se pueden aprender muchas lecciones de la actual crisis de refugiados en Europa. La más importante de ellas es que Washington debe reflexionar sobre su política de imponer la "democracia americana" a otros países, lo cual sólo ha llevado a turbulencias, muertes y desplazamiento de civiles.

Dado que no está previsto que Estados Unidos reajuste drásticamente su política exterior de la noche a la mañana, ahora mismo debería honrar su obligación moral y emprender acciones concretas para ayudar a la UE a resolver la crisis de los refugiados.