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spanish.china.org.cn | 07. 09. 2015 | Editor: Elena Yang [A A A]

China, el aliado olvidado de la Segunda Guerra Mundial

Palabras clave: China, el aliado olvidado de la Segunda Guerra Mundial

Por Jesús Centeno

 

La Segunda Guerra Mundial comenzó en septiembre de 1937. A algunas personas les resultará extraña esta afirmación, pues los historiadores suelen datar el comienzo de la contienda en septiembre de 1939, cuando Alemania invadió Polonia y Francia e Inglaterra le declararon la guerra por ello. Sin embargo, Alemania no fue la primera potencia en agredir a su vecino ni en abrir un frente de guerra. Ya en 1931, las tropas japonesas comenzaron a atacar el noreste de China, intensificando la acción hasta una invasión a gran escala en 1937.

Dentro de unos días, China conmemorará el 70 aniversario del fin de la guerra y su victoria sobre Japón. Aquí se la denomina La Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa, del mismo modo que en Rusia se utiliza el término de la Gran Guerra Patria.

En Europa, cuando se habla de la Segunda Guerra Mundial, se tiende a unificar todos los escenarios ocurridos en la lucha entre el Eje y los Aliados,pero lo cierto es que cada uno de ellos tuvo sus propios desarrollos y características. En cualquier caso, el frente asiático fue crucial para el resultado final de la guerra. Tal y como reseña Rana Mitter, profesor de la Universidad de Oxford, en su libro Aliados olvidados: “La Segunda Guerra Mundial no estalló en la planicie de Europa, sino en la tierra de China, por un incidente sucedido cerca del Puente de Marco Polo (Lugou)”.

En 1931 los japoneses se habían apoderado de una parte de China mayor que Francia. En 1933 y 1935 habían expandido su invasión a otras tres provincias chinas, practicando incluso una guerra química y bacteriológica con experimentos en la población civil. No hace mucho, China publicó más de 110.000 documentos confidenciales de las autoridades y el ejército japonés, entre ellos algunos que prueban la existencia de “esclavas sexuales” que sirvieron a los soldados japoneses durante la guerra.

En diciembre de ese 1937, el mundo empezó a conocer los horrores de la guerra en China por la Masacre de Nanking, en la que sus tropas incendiaron y saquearon, violaron en masa a decenas de miles de mujeres y asesinaron a entre 150.000 y 340.000 personas, según distintas fuentes históricas, atrayendo la atención de la prensa internacional hacia una contienda hasta entonces ignorada en Occidente.

Después, la guerra se generalizó y Japón ocupó la mayor parte de las ciudades costeras, donde en pocos meses murieron cientos de miles de chinos. La Segunda Guerra Mundial fue una lucha a vida o muerte que decidió la fortuna del mundo, participaron más de 60 países y regiones afectando a miles de millones de vidas. Entre 55 y 70 millones de militares y a personas comunes y corrientes murieron en la guerra. En China, para resistir la invasión japonesa, 35 millones de personas pagaron con su vida, dato revelador y no tan conocido en el Occidente.

Una de las grandes aportaciones que apunta Mitter en su obra es que, gracias a la resistencia de los chinos, las fuerzas japonesas debieron emplear más tiempo y recursos en este conflicto, evitando otras operaciones japonesas en otras regiones, y también dando tiempo a los aliados para maniobrar en el teatro de operaciones asiático.

Por ejemplo, el Ejército japonés tenía incluso un plan para atacar Australia a fin de impedir que EEUU usara ese país como base, pero fue incapaz de transferir fuerzas allá por la guerra en China. Aunque este escenario de la guerra ha sido considerado por los historiadores occidentales como secundario, la realidad es que de los dos millones y medio soldados japoneses de ultramar, más de un millón estaba destinado a combatir con China, dejándolos allí fijos.

Si Japón no se hubiera embarcado en tal empresa, es fácil imaginar las dificultades con que se hubieran encontrado los norteamericanos si las guarniciones japonesas en las islas del Pacífico se hubiesen visto reforzadas con más de un millón de soldados.

Tampoco puede olvidarse la aportación de China en conferencias como la de El Cairo de 1943, en la que participaron EEUU, Reino Unido y China para fijar la posición aliada contra Japón, decidiendo, sobre todo, desplegar sus fuerzas hasta lograr la rendición incondicional de Japón. Según la declaración, “Serían restituidos a China todos los territorios que Japón había arrebatado a los chinos, como Manchuria, Formosa y las Islas Pescadores”.

China, uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, desempeñó un papel clave en la planificación y fundación de la ONU tras la guerra, así como en el trazado de la Carta de las Naciones Unidas en 1945 junto con Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Soviética.

La victoria sobre el totalitarismo fue un gran logro que nunca debe caer en el olvido, a fin de advertir contra la agresión, en cualquier forma que se produzca, mantener el orden de posguerra y fomentar que las naciones se enfoquen en el desarrollo y mantengan relaciones de buena vecindad.

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