Los humanos también nos encontramos entre las especies con un olor más fuerte. Nuestro olor es único en el reino animal y por eso resultamos tan atractivos a los insectos. Y somos especialmente malolientes porque, a diferencia de otros animales que dispones de glándulas para emitir sus malos olores, nosotros emitimos olores desde casi todas las partes de nuestro cuerpo. Y la bacterias que viven sobre nosotros emiten sus propios olores, lo que acentúa el nuestro. Los malos olores los emiten las sustancias químicas volátiles que se evaporan rápidamente, y nosotros emitimos muchas de esas. Además, los microorganismos que viven sobre nuestra piel usan los materiales de nuestro sudor para alimentarse y los transforman, tras pasar por su propio metabolismo, en más sustancias volátiles, lo que aumenta el olor.

Nos gustaría creer que no olemos tan mal como los animales anteriormente citados, pero la realidad es que emitimos muchos más compuestos orgánicos volátiles que ellos. Además, durante la pubertad esos químicos están llenos de bacterias, lo que nos hace aún más apestosos.