El carbón es visto generalmente como un problema en el debate del clima. Lo que es menos reconocido es que esto ha sido durante muchos años una mercancía.

Sin lugar a dudas has sido parte de las compensaciones de carbón. Puede que hayas equilibrado las emisiones de carbón de un día feriado al pagar un poco más para invertir en granjas de viento o en bombillas de energía eficiente en el mundo en vías desarrollo, por ejemplo. Aunque esto no es únicamente una actividad nacional, la historia llega hasta la comercialización de carbón emitido por gobiernos y empresas para cumplir con las cuotas de emisión, un proceso que ha estado durante mucho tiempo incrustado en la política.

Al igual que las compensaciones de carbón, hay un debate en aumento sobre la compensación de la biodiversidad: construir espacios verdes a fin de restablecer o mantener entornos ecológicos por doquier. Esto genera un caldo de cultivo para posibles controversias a futuro. Hay aspectos científicos, políticos y éticos en torno a la validez de poner un precio económico a la naturaleza.

Los críticos de este enfoque argumentan que es en el corto plazo, y que injustamente cambia la ubicación del problema a los países del sur. Los investigadores del Instituto de Estudios para el Desarrollo han estudiado el tema de las ‘invasiones verdes’, tierras apropiadas para actividades ambientalistas, en África, Asia y América Latina. Otros críticos señalan las oportunidades que la compensación ofrece para el ‘blanqueo ecológico’, cuando la imagen verde de una compañía supera sus propios esfuerzos para hacerse ecológica. O se preocupan por el comercio de carbón que simplemente ha creado nuevos mercados maduros para la explotación mientras que el tema del cambio climático continua sin ser resuelto. Los impulsores, no obstante, argumentan que esto ofrece un sistema laboral viable para hacer que nuestro sistema económico funcione en aras del medio ambiente. Hay espacio para el mejoramiento, pero para muchos esto también ofrece esperanza.