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spanish.china.org.cn | 24. 09. 2014 | Editor: Eva Yu [A A A]

Nao Now: el tiempo, el espacio y las ciudades de Vanessa Farfán

Palabras clave: Nao Now: el tiempo, el espacio y las ciudades de Vanessa Farfán

(SPANISH.CHINA.ORG.CN)- La Ciudad de México es la más grande de América y la tercera en el mundo. Fue fundada en 1325 por los Mexicas y era conocida en aquel entonces como México-Tenochtitlán. Fue aquí donde se concretó la conquista española. Actualmente es la sede de los poderes federales mexicanos. Su larga historia, la armonía entre su arquitectura moderna, colonial y prehispánica, junto con su colorida cultura, convierten a México D. F. en un sitio fascinante, un viaje por el tiempo a través de sus miles de kilómetros de extensión.

Fue en este enigmático lugar donde nació y creció la artista Vanessa Farfán, cuya obra se basa precisamente en las ciudades y quien define a la materia prima de su trabajo como “el uso del tiempo y el espacio como síntomas culturales de las capitales del mundo”.

Hace cuatro años, Farfán cambió las calles mexicanas por las de la capital alemana de Berlín y se enamoró del sitio que representa el opuesto a su lugar de origen; aunque, para la artista, ambas urbes son complementarias. A su llegada a cualquier ciudad, la artista mexicana suele empezar a trabajar con sus primeras impresiones. En el caso de Berlín, Farfán llegó cuando era invierno y encontró la motivación para su trabajo, en las trayectorias y registros que quedan impresos en la nieve.

Después se interesó por las vías con movimiento de la capital germana, los recorridos y finalmente, los espacios vacíos, dejados por los edificios destrozados durante la Segunda Guerra Mundial y que los alemanes nunca volvieron a levantar.

Justo cuando tenía un par de aparentes opuestos, se le presentó una tercera opción que resultó ser un balance entre ambos: Beijing, capital que llegó a Farfán casi de casualidad, gracias a Heriberto Quesnel, otro artista, quien la invitó a formar parte del proyecto Nao Now, una iniciativa cultural que reunió a nueve artistas mexicanos contemporáneos en China. De todos ellos, Farfán es la única que maneja un lenguaje abstracto y se considera pintora.

Sus obras son en realidad recorridos, que plasma utilizando óleo, acrílico y collage. Farfán usualmente busca generar sus propias medidas, para lo cual realiza investigaciones de tiempo-espacio, que se centran en representar trayectorias que realiza en papel y que pueden llegar directamente o no a las obras terminadas.

Una vez que tuvo a Beijing, cubrió tres principales capitales en el globo terráqueo, enlazando a América, Europa y Asia. “Geográficamente hablando, me hace sentido que Berlín esté entre la mitad de México y China” señala. Así nació el proyecto en el que está trabajando actualmente y que lleva por título “El tiempo y el espacio en la traza urbana de tres ciudades: México, Berlín y Beijing”. En él, busca plantear que la forma de los mapas de las ciudades están directamente relacionados con la cultura y que son una representación del tiempo y el espacio y de cómo estos se viven en las urbes. Y por otro lado, que el arte conceptual tiene mucho más que ver con las artes tradicionales, como la pintura, en el sentido de que ambos pueden compartir el mismo proceso que se puede ver reflejado de manera directa o indirecta en las piezas terminadas.

Entre Berlín y Beijing, lo único que Farfán encuentra similar son los círculos concéntricos de los mapas de las ciudades. Culturalmente hablando, la artista no encuentra grandes similitudes. Lo mismo sucede entre la capital alemana y la mexicana, aunque la artista señala que ambas naciones tienen mucho qué aprender una de la otra.

Es entre las culturas china y mexicana que se presentan un sinfín de puntos en común. Pero, de alguna manera, las tres ciudades logran engranar y seguir conservando sus propias características.

Para conocer estas tres capitales, no basta con leer el mapa, que a primera vista es posible entender, pero que deja fuera todo el contexto del tiempo y el espacio dentro de ellas, lo cual es finalmente lo que permite su conocimiento pleno y el de sus culturas.

Para recorrer las ciudades y “vivirlas”, Farfán se desplaza en transporte público o a través de los medios que tenga el lugar. De esta manera, obtiene información sobre las dimensiones reales y manera de concebir tanto el tiempo como el espacio de la gente que habita en ellas.

Con base a estas mediciones de tiempo y espacio, comienza el desarrollo del planteamiento estético de la artista. Durante su estancia en Beijing, aprovechó para hacer uno de sus experimentos de espacio-tiempo muerto: se hizo de un libro en chino y contabilizó el número de páginas que no pudo leer y en base a ello, hacer sus pinturas. Otra de las varias técnicas empleadas por Farfán involucra recortar los párrafos leídos, o en este caso no leídos y hacer líneas largas, en base a las cuales va midiendo las dimensiones del bastidor o de la tela; a veces incluso las pega tal cual. Sus técnicas son mixtas.

Una vez que se hubo sumergido totalmente en las tres urbes, Farfán llegó a las siguientes conclusiones: Respecto a la Ciudad de México, destacó que, mientras que la estructura de su centro es ortogonal, y calles perpendiculares dibujan un entramado de calles y avenidas, la cultura mexicana es espontánea, caótica y con gran habilidad para improvisar. Siendo tal vez, esta estructurada traza urbana del corazón de México D.F., el único hábitat en que una cultura con estas características puede subsistir.

En cuanto a Berlín, Farfán nota que aunque el mapa de la ciudad posee una estructura que en urbanismo es llamada orgánica, y que además es caótica, la cultura alemana es reconocida por su capacidad de planeación, orden y estructura.

Finalmente, Beijing es como un equilibrio ante estos dos contrarios. La ciudad, dentro de sus siete anillos contiene, en lo que pareciera una réplica sin fin, calles ortogonales. La cultura china sigue estructuras, patrones de trabajo, pero eso no los vacuna de tener un cierto grado de improvisación y capacidad de resolver espontáneamente.

Para Farfán, Beijing representa además de un equilibrio, la materialización del concepto de la abstracción, ya que el idioma y lenguaje corporal utilizados en China, utilizan otros códigos a veces incomprensibles e indescifrables para ella.

“He tenido que hacer uso de la abstracción máxima al momento de querer establecer una comunicación básica con los chinos”. Sin embargo, al preguntársele si quisiera aprender el idioma para poder mejorar su comunicación, la artista azteca responde con una negativa que explica diciendo que: “Me parece maravilloso encontrarme en una ciudad capital en la que hasta las cédulas de los museos de arte están solo en chino, esto brinda una relación mucho más intensa con ella”.

Otra cosa que la acerca a una ciudad, es la sensanción de perderse. A su llegada a la capital china, la artista se encontraba constantemente en rumbos desconocidos. Estas aventuras quedaron capturadas en una obra donde representó los puntos cardinales. “Estos puntos cardinales totalmente en desorden, una ruta que de repente no va a ningún lado”.

A continuación, intentó escribir los nombres en chino de los animales que representan los puntos cardinales chinos: la tortuga negra del norte, el tigre blanco del oeste y el pájaro rojo del sur y el dragón azul del este. En base a los nombres, tomó sus rasgos para hacer un solo caracter, darle significado a la palabra y hacerlo como una especie de mapa.

Como parte de las exhibiciones en el Centro Xu Yuan, donde la artista realizó una residencia de dos meses, se acordó que los nueve participantes harían dos obras. La segunda pieza de Farfán, un grabado, tiene que ver con un libro que leía, acerca de las copias arquitectónicas hechas en China. La obra está relacionada con el uso de esos elementos geométricos y para hacerla, tomó una placa que imprimió dos veces. Primero la colocó en su posición adecuada y después al revés, a modo de una copia. “Algo que siempre me ha inquietado es reproducir una obra, hacer mi tiraje de cincuenta y que todas se consideren originales, pero al final, son copias”.

Vanessa Farfán le dijo adiós a Beijing contando una anécdota de su estancia: Parte de mi proyecto consistió en calcar en papel, a manera de relieves, los caracteres y figuras de las coladeras de algunas zonas de la ciudad. Esta pieza se llamará “Printed diaries”.

En varias ocasiones se acercaron policías a preguntarme por lo que estaba haciendo. Fue un poco difícil explicarles que era una artista, haciendo un proyecto con la ciudad de Beijing, por lo que me limité a mostrar las impresiones que llevaba hasta ese momento y sonreír esperando que me dejaran continuar con mi trabajo. Para mi sorpresa, algún policía en la zona de embajadas terminó ayudándome a encontrar coladeras adecuadas para segur con mi trabajo. No estoy segura de que me haya entendido que yo era una artista haciendo un proyecto, pero era evidente que sentía empatía por la labor que estaba yo realizando. Esta anécdota me pareció una buena metáfora de lo que debiera ser la labor del arte en la sociedad.

Al contrario, en a zona frente a Quianamen, después de hacer dos relieves, los policías me prohibieron continuar con mi trabajo pues se concentró una considerable cantidad de gente.

Más información sobre la artista puede ser encontrada en: www.vanessafarfan.de

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