La visita del presidente de China, Xi Jinping, a Cuba, ocurre en un momento coyuntural en el que las dirigencias de ambos países despliegan reformas de gran envergadura con las que buscan hacer frente a los retos del nuevo milenio.

Cuba está embarcada en un inédito proceso de reformas que permite la descentralización de algunas empresas estatales y la apertura de pequeñas empresas a manos del sector privado, proyectos con los que Cuba apuntala su lucha revolucionaria rumbo a la construcción socialista.

China, por su parte, ha profundizado sus relaciones con los países de la región latinoamericana, sobre la base de un acuerdo de beneficio compartido y con miras a elevar la voz de las economías en desarrollo.

Es además un momento clave para el estado chino, cuyo momento de vitalidad tras más de tres décadas de reforma y apertura al exterior, demanda una restructuración en su modelo y una orientación a sus multimillonarias reservas en divisas extranjeras.

La participación de China en la financiación de proyectos para la infraestructura en Argentina, Brasil y Venezuela, puede emularse ampliamente en Cuba, ahora que ambos países atestiguan importantes reformas estructurales.

La relación diplomática que la República Popular China tiene con Cuba es una de las de mayor historia, iniciada en la década de los 60, y mantenida a lo largo de los años pese a los repetitivos impactos del cambiante escenario internacional.

China y Cuba han vivido en carne propia el oprobio de embargos económicos y políticos de manos de occidente, encabezado por Estados Unidos, en detrimento no sólo de los pueblos de Cuba y China sino también de otros pueblos del mundo.

Ambos países han peleado desde distintas trincheras por la construcción de un orden internacional democrático en el que la voz de los países en vías de desarrollo esté a la par de los desarrollados.

La participación de China en el grupo de los BRICS ha sido destacado por analistas cubanos, toda vez que encarna el principio de cooperación entre los países del Sur, defendido en repetidas ocasiones tanto por China como por Cuba.

La reunión entre el presidente de China, Xi Jinping, y el líder revolucionario de Cuba, Fidel Castro, posee un profundo significado en un contexto internacional de cambios que pueden redundar positivamente no sólo en la relación sino-cubana sino en beneficio de un mundo más justo.

El mundo demanda cambios estructurales y los países en vías de desarrollo, encabezados por las grandes economías emergentes, trabajan bajo un entorno de paz por un orden financiero que permita el desarrollo individual y el colectivo.

Con un escenario internacional de cambio, en un entorno en el que los países en vías de desarrollo buscan un orden financiero más justo, la relación entre Cuba y China posee un enorme potencial.

La atención que el líder cubano Fidel Castro ha prestado al viaje del presidente Xi Jinping por América Latina, incluida la participación de China en el grupo de los países BRICS, sugiere un enorme interés por estrechar la relación con un país que al igual que Cuba, busca un desarrollo compartido en un mundo justo y equitativo por igual.