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spanish.china.org.cn | 17. 03. 2014 | Editor: Lety Du | [A A A] |
(SPANISH.CHINA.ORG.CN)- David Barrionuevo ha sido siempre un amante de los viajes y las aventuras. Cuando este madrileño tenía apenas 18 años, escapó de casa en medio de la noche y se fue lejos, muy lejos. Acompañado de sus amigos, llegó hasta Praga. Sin dinero y sin haber comido, después de ser sorprendido llevando boletos falsos, el joven tuvo que telefonear a su padre, quien lo devolvió hasta Madrid en un vuelo.
Viajeros se cuentan por millones, pero David se distingue por una sencilla característica: él viaja en bicicleta. “Milana”, como llama a su compañera de viajes, tomó su nombre de la película española “Los Santos Inocentes”. “Existen muchas anécdotas de esa película. El pájaro de uno de los protagonistas se llama milana, ese pájaro significa la libertad para él” señala David.
“No hay ningún otro medio de transporte que te permita tener tanto contacto con las culturas que recorres. Por culturas, me refiero no sólo al paisaje y la arquitectura, sino a la gente, que es lo más importante” comenta al explicar su elección de transporte. “Para los que viajamos en bicicleta, lo importante no es el destino, es el camino”.
Durante una visita que hizo en 2005 a China, caminó durante seis semanas en el sur de las provincias de Sichuan y el norte de Yunnan, a 3.000 metros de altura. Allí se enamoró del paisaje montañoso del país asiático. Tras recibir sus boletos para los Juegos Olímpicos de 2008, tomó la decisión de recorrer con Milana los 12.514 kilómetros y nueve países que separan a Madrid de Beijing.
Durante poco más de un año planeó su viaje. Los artículos más importantes que David lleva consigo se resumen en equipamiento para su Milana, el “botiquín de la bicicleta” como él lo llama, que incluye sus herramientas; y segundo, equipamiento para sí mismo. “Tienes que preparar los visados, las vacunas. Te ponen por ejemplo la de la rabia y contra la meningitis”, una enfermedad que es muy peligrosa, especialmente si se está en sitios cerrados o poco ventilados con gente que lo padece. “Esto puede ser en cualquier cabaña en la que he dormido yo. De 10 metros cuadrados y con siete personas”. Su botiquín sin embargo, lleva medicamentos expirados desde hace cuatro o cinco años, pues siempre ha tenido la suerte no solamente de gozar de buena salud durante sus travesías, sino de ayudar a aquellas personas que carecen de los recursos o posibilidades de conseguir medicamentos.
Además, lleva su equipo de camping, saco de dormir, una esterilla y una jeringa con la que puede extraer agua de los cáctus, un truco que aprendió en Marruecos. Pero no lleva mucha ropa. “Me gusta ir cogiendo las camisetas que me regalan y a la vez ir regalándolas yo” cuenta David.
No lleva GPS ni celular. Le basta con su reloj que tiene brújula, altímetro y barómetro. Los únicos aparatos electrónicos que viajan con él son sus cámaras de vídeo y fotografías. “Mis mapas.Un poco de dinero en efectivo. No se necesita nada más”. Cabe mencionar que jamás ha sido víctima de un robo.
Entre las cosas que no lleva se encuentra una ruta, pero eso no ocasiona que se pierda, pues en sus palabras “es complicado perderse cuando viajas sin ruta”. Para alcanzar Beijing, David pasó por Francia, Italia, Grecia, Georgia, Turquía, Azerbaiyán y Kazajistán, además de España y buena parte de China. Siempre por carreteras comarcales y nunca por la nacional, pues allí hay mucho tráfico. Únicamente se acerca a las autopistas nacionales para comer. “Donde ves que paran muchos camiones es porque hay comida buena y barata”.
Como su viaje fue de Occidente a Oriente, el camino resultó fácil en términos de ubicación. “Era levantarse y como iba hacia el Este, entonces el Sol siempre debía ir a la izquierda y la sombra a la derecha”. Cuando un día se puso en marcha y la sombra era plana y el Sol se encontraba a su derecha, se percató de estar yendo hacia el Norte. En aquella ocasión desanduvo su camino algunos kilómetros.
Aquello fue una excepción: Durante su travesía en Georgia, al perderse y sugerir dar vuelta atrás, su acompañante en esos momentos le enseñó una lección que jamás olvidó. “Nunca se hace la misma carretera dos veces” le dijo su amigo, “si nos hemos perdido, tenemos que encontrar la carretera anterior, pero por otro camino. Nunca se vuelve por el mismo”.
Ningún país le ha resultado difícil en términos de recorrerlo, sin embargo tuvo problemas para entrar en Azerbaiyán, país que en aquel entonces sólo le concedía tres días para pasar por él. Una tarea bastante difícil cuando se traslada en bicicleta. Finalmente le otorgaron nueve días.
David recomienda viajar en grupos de tres, puesto que una tercera persona puede mediar en caso de que las otras dos entren en conflicto. Aunque ha viajado con amigos que son como sus hermanos, algunos problemas los han llevado casi a las manos. Pero, tanto él como su amigo, se ríen cuando recuerdan estas experiencias.
El bienestar de la bicicleta se convierte en una “obsesión” para el viajero, que David explica con una anécdota: “Di la vuelta a Escocia en 2007. Un día que llovía muchísimo, me paré bajo el tejadito de la puerta de una casa. De repente, un señor mayor asoma la cabeza por la puerta, mira hacia ambos lados y se vuelve a meter. Pocos segundos después saca la cabeza de nuevo y dice: ‘Coffee or tea?’”; David pidió café. El señor lo invitó a pasar y le ofreció café y sopa. El viajero estaba tan cansado que se durmió sin darse cuenta. Cuando abrió los ojos al amanecer, lo primero que preguntó fue “my bike?”. Por suerte el señor se había encargado y la había metido a la casa también. “Si la bici se descompone, se deshace el viaje. Si llueve, lo primero es secar la bicicleta y después ducharme y ponerme ropa seca yo. Nunca al revés”.
Fuera de Milana y las herramientas necesarias para un viaje, en el plano personal David aconseja dejar los prejuicios y disfrutar de los viajes. “Sal e intenta empaparte de todo lo bueno y lo malo. Intenta conocer las culturas, cuáles son sus problemas, sus pensamientos, sus cosas”.
Aunque la mayoría no puede sino imaginar las dificultades de un viaje en bicicleta, para el madrileño viajar así no es duro, pues es algo que él mismo ha elegido y nadie se lo ha impuesto. “Tener tres hijos y no tener empleo, eso es duro” afirma. Además piensa que la felicidad es distinta para cada quien: “He tenido la suerte de convivir con familias muy pobres, una familia que sólo tiene arroz para comer, pero a la hora de la cena están los 7 u ocho sentados a la mesa, no dejan de reir y no hay televisión. Eso no tiene palabras”.
Cuando no está llevando a Milana a través de miles de kilómetros, David se dedica a su empresa DBGOLF (www.dbgolf.es) y colabora con un equipo ciclista profesional español en China, el Burgos BH. Procura lo más posible combinar todas sus pasiones, de manera que en junio, con su equipo asistirá al tour de Corea y posteriormente recorrerá en bicicleta el país, que tiene 700 kilómetros de norte a sur. David considera que la experiencia será similar a la que tuvo en Japón: “En Japón es imposible no ver seres humanos. Poner la tienda era un problema. Era más sencillo preguntar a las personas si puedes ponerla en su jardín. En China son muchos, pero el territorio es tan amplio, que siempre encuentras un sitio deshabitado”. Al regresar a China, lo hará por Tianjin y recorrerá los 110 kilómetros que separan a esta ciudad de Beijing.
Un país que tiene muchísimas ganas de recorrer es Australia. “Sería buena idea hacer el Sudeste Asiático, llegar hasta la isla más baja hasta la que se pueda viajar. Alcanzar Darwin, al norte de Australia y hacer la costa este o atravesar el Outback”. Aunque también tiene otras alternativas: si su novia Peipei decide ir a estudiar a Zúrich, David llegará hasta allá en bicicleta, pero esta vez recorrerá Uzbekistán, país que le negó el visado durante su viaje Madrid-Beijing.
David Barrionuevo cree firmemente en una frase que le dijo uno de sus tantos amigos: “Mi casa es mi tienda y el mundo mi jardín”.