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spanish.china.org.cn | 12. 03. 2014 | Editor: Lety Du | [A A A] |
Por Beu Cárdenas L.
Andrea Mena, tan dinámica como Beijing
(SPANISH.CHINA.ORG.CN)- En muchas ocasiones, estudiar una carrera en Derecho se traduce en permanecer y actuar dentro del mismo cuerpo jurídico de un país. Sin embargo, también es una carrera que ofrece las más variadas posibilidades y caminos, uno de los cuales es el derecho en el ámbito internacional.
Ese fue el camino que escogió Andrea Mena, quien al concluir su carrera, decidió que si no viajaba entonces, no lo haría nunca. Se fue a China. “Al principio dije ¿qué es un año? En doce meses me devuelvo”. Cuatro años después, la joven costarricense sigue en Beijing.
El camino lo inició al ganar una beca para estudiar mandarín. Había pasado cuatro meses estudiando chino, acompañada por su madre. Tras un año de aprender el idioma en el país, se dijo que no era suficiente, así que optó por pagar y seguir estudiando. El destino le sonrió nuevamente cuando ganó una beca ofrecida por la Universidad Renmin para estudiar una maestría en derecho. Actualmente, además de estudiar, también trabaja como analista legal en una revista y dando clases de cultura occidental en una universidad.
Andrea explica que como profesional de las leyes, siente que expandir sus conocimientos es muy importante, especialmente si uno se interesa por el derecho comercial o lo relacionado con los negocios. “China en lo particular me resultó interesante, porque aquí se están moviendo muchas cosas y que mejor manera de tener una buena relación con el país que conociendo sus leyes, principalmente si está este auge de los negocios y tratados comerciales” señala.
“Me parece muy interesante la manera en que ellos están haciendo negocios, como están volviendo a ver a Latinoamérica, como un socio económico y cómo están adaptando el derecho para hacerlo más accesible para los negocios” agrega Andrea y cita como ejemplos las reformas en propiedad intelectual, creación de leyes para contratos especiales, reformas en los impuestos e incluso, incentivos para crear empresas con miras a la protección ambiental.
En todo el tiempo que Andrea ha vivido en la capital china, no ha ido a su casa ni una sola vez. Algo que exige una fortaleza mental bastante grande. La costarricense revela su secreto para mantenerse en la capital china: los lazos que uno forma con las personas. “Te ayudan tanto a conocer a la gente, como a conocerse a uno mismo”.
Lo más interesante que Andrea ha aprendido del derecho chino es que “todo es relativo” dice entre risas, aunque señala que ésta es una situación común en casi cualquier lugar. “Lo que he aprendido de las leyes chinas, es que un país o sistema jurídico puede llegar a adaptarse a lo que está sucediendo, influenciado por la economía, desarrollo o distintos aspectos”.
En su caso personal, puesto que se encuentra desarrollando una investigación en relación a los contratos “joint venture”, la joven Mena explica que en China se tiene una ley para regularlos, algo que en Costa Rica aún no existe, por lo cual se le da la calidad de contrato atípico, basado en las costumbres o interpretaciones de los códigos civiles o la Constitución. Es por ello que Andrea siente que Costa Rica, siendo un país que tiene directamente un tratado de libre comercio con China, podría adoptar una ley que regule a este tipo de contratos.
“Ahora esta figura de ‘joint venture’ es muy popular en el mundo; entonces, para el inversionista sería muy favorecedor tener ese tipo de regulación, pues no estaría jugando con algo que puede cambiar, sino que tiene las cartas sobre la mesa y puede acogerse a una ley que existe, estar amparado y protegido. Tal es el aporte que China podría dar a Costa Rica”.
Andrea también se ha dado tiempo para reflexionar durante su trayectoria en este gran país. Para ella, su experiencia comenzó incluso antes de llegar a Beijing cuando una amiga suya le dijo que “China es un país para gente loca como tú” ; comentario que no agradó a los oídos de la chica. Sin embargo, entre risas explica alegremente que al paso del tiempo se dijo que lo que su amiga decía no estaba tan lejos de la realidad, “porque la gente acá viene loca, loca por buscar un sueño, por aprender un idioma, por absorber la cultura o sencillamente loca por cambiar una rutina, un estilo de vida”. Las mejores cosas llegan cuando menos se esperan y lo que Andrea encontró fue un cambio en su concepto de locura. Una locura positiva, explica, en ese sentido de que a veces la gente sí está loca, por conocer otras cosas, por quedarse, por aportar, por llevar cosas diferentes a su país. Seguramente muchísimas personas estarían totalmente de acuerdo con esta locura.
China le ha dado la experiencia de conocer culturas distintas, principalmente las asiáticas. Además, se dio cuenta de la diversidad cultural dentro de la misma Latinoamérica, pues ha sido aquí donde ha entrado en contacto con gente de países como Chile, Argentina y México.
En cuanto al idioma mandarín, Andrea explica que: “Los peores profesores son los conductores de taxis... y los mejores también. Uno se siente muy orgulloso cuando un taxista le entiende, pero cuando no lo hacen, te lo dejan saber: ¡Wo ting bu dong ni! (no te entiendo)”.
Sin embargo, dejando a los maestros taxistas, la joven analista se pone seria y comenta que para ella, el idioma será una herramienta fundamental para hacer transacciones en cualquier momento o para cualquier tipo de negocios o experiencias. “Aprender mandarín es parte del soft power de China”.
Claramente nadie vive años y años en China sin haber cambiado. “He cambiado bastante, he cambiado mi manera de valorar mis relaciones con las personas, de ver la familia, la pareja, inclusive de estudiar o cómo sobrevivir. Me he hecho más independiente y dueña de mis decisiones, no le tengo tanto miedo al cambio como antes. Tal vez uno ya tenía valores, pero aquí se hacen más importantes”. También ha enfrentado grandes retos, como buscar empleo en China, aprender el idioma y relacionarse con culturas que tal vez antes no entendía o que eran nuevas para ella. Además de estar lejos de su familia.
Todas estas experiencias, tanto a nivel profesional como personal han cambiado a la joven costarricense. Pero, tal como ella cierra sus reflexiones: “Continuando con el tema de la locura, si siente que quiere y necesita hacer un cambio, perseguir una meta o un logro personal, no hay excusa para no hacerlo. Me parece que esto de venirse a un país de locos, como yo, como me dijo mi amiga, puede aplicar a cualquier punto del mundo; porque, a pesar de todo lo que pueda enfrentar uno acá, como la barrera del idioma, diferencias culturales, la soledad que pueda sentir, también está el ser algo; el querer formarse, conocer, explorar. Estar loco por conocer, por explorar China u otras partes del mundo. O sea, animarse”.