Sin embargo, a pesar de la victoria, Garland se adentró inmediatamente en la autodestrucción, con pastillas, alcohol, intentos de suicidio y demás. Temple, por su parte, se limitó a ligarse al Partido Republicano y vivir su vida de antigua niña prodigio.

Todo empezó en 1932. Eran los años de la depresión en Estados Unidos y el país necesitaba de películas tiernas y llenas de esperanza. Shirley les dio lo que buscaban.Los padres de Temple, gente de clase media de Santa Mónica, California, la apuntaron a escuelas de interpretación a los cuatro años.Alguien la enganchó al “sistema”, el método industrial de hacer películas que desarrolló Hollywood en los años 30. Primero, en las ligas menores (Educational Pictures), después en Fox, después en la Twentieth.

Poco después llegó su momento de esplendor, entre los años de 1935-1937. Con “Heidi”, las películas con Ford, las producciones de lujo, muy distintas a las precarias condiciones en que trabajaba anteriormente. De allí todo se fue cuesta abajo: Sus películas de 1940 fueron un fracaso comercial,no consiguió “El mago de Oz” y, en 1942, sus padres la mandaron a un internado para que descansara unos meses y reiniciara su carrera.

Volvió. Pero menos rubia y sin su estrella. Fracasó en su intento de estar a la altura de Garland y Mickey Rooney en un musical, se casó a los 17, se convirtió en madre a los 20 y, pese a “Fort Apache”, a los 21, ya era una vieja gloria que ya casi no volvió a trabajar ante una cámara.