El día de los Muertos es una fiesta occidental que se ha propagado por todo el mundo principalmente bajo la forma estadounidense de Halloween. Aun así, en cada país, la fiesta ha asimilado también elementos propios.
En el propio Estados Unidos, la fecha ya ha adquirido un carácter eminentemente festivo, desprovisto del tono lúgubre que cabría esperar de una conmemoración de los difuntos y los espíritus. Muchos estadounidenses, lejos de esos matices grises, tienen en Halloween una de las memorias más agradables de su niñez, cuando salían disfrazados de monstruos o fantasmas a pedir caramelos y hacer bromas. Los jóvenes también suelen relacionarla con la fiesta, la diversión y el relax, no con la tradición.
En China, la llegada de Halloween ha generado debate sobre la conveniencia y las razones de su adopción, ya que en el país asiático hay un número cada vez mayor de gente, en especial jóvenes, que lo celebran disfrazándose, con decoraciones especiales y bromas a los amigos. Para muchos chinos, la adopción de esta fiesta “extranjera” ajena a la tradición de su propio país no es más que una excusa para reunirse con los amigos y pasarlo bien, más allá de su verdadero significado, ya que para conmemorar a los muertos, China ya contaba con sus propias fechas en el calendario lunar que, éstas sí, se celebran con ritos tradicionales.