La playa de arenas blancas, de casi tres kilómetros, ofrece a los turistas una experiencia del sol y mar muy rara en el Caribe, en un estado prácticamente no desarrollado que mantiene su belleza original. Entre las barreras de coral crece una variedad de corales y peces y no resulta difícil encontrar restos de barcos de los siglos XVII y XVIII que naufragaron en la zona.