En Beijing, la Colina Perfumada
(Parque Xiangshan) sigue siendo la mejor zona de admiración de
árboles de follaje rojo en el otoño para los turistas. En verdad,
las hojas rojas, que cubren cada pulgada de esta colina, han sido
un paisaje peculiar de la ciudad desde hace tiempo. Habitualmente,
en Beijing hace mucho frío por la noche entre finales de octubre y
principios de noviembre, pero las hojas de los árboles no se
desprenden sino que se tornan rojas.
Cuando uno visita la Colina
Perfumada, descubrirá un mundo atractivo de colores por todas
partes, algunos leves, otros profundos y otros tan brillantes como
el fuego. Internándose en los caminos de montaña o haciendo una
caminata allí, el paseante se baña en la atmósfera otoñal, cuyos
colores tibios retienen el gusto del verano en cierto modo antes de
la llegada del invierno.
Beijing, capital de varias dinastías
en tiempos antiguos, se precia de su parte occidental la teoría de
fengshui (geomancia). A los emperadores les encantaban tanto las
montañas allí, que ordenaban plantar árboles, abrir canales y
construir parques. Esto quizás sea la razón por la cual la gente
considera el lugar una zona de ocio, ideal para pasar las
vacaciones en las montañas durante el estío y el otoño, e incluso
durante el invierno cuando los vientos aullantes llegados del norte
inhóspito misteriosamente amainan al alcanzar esta parte sagrada de
las montañas.
Tal como describió Albert Camus
(1913-1960, representante de la literatura no metropolitana de
Francia), el otoño es una segunda primavera cuando cada hoja es una
flor.
(17/11/2006, CIIC)
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