El inmenso mar, el sol abrasador, las olas, la vida seca y solitaria…
Archipiélago de Xisha.
Debería ser el mundo de hombres.
El 14 de mayo de 2001, las primeras soldados de las fuerzas marítimas desembarcaron en esta tierra caliente, en el extremo sur del acantonamiento de las tropas chinas. Han pasado seis años, un grupo tras otro de las combatientes, en los lugares más remotos del cielo y el mar, luchan junto con los militares hombres, contra el viento y las olas y duermen acompañadas por sus ruidos, asumiendo conjuntamente la misión de defensa y construcción del Xisha. Estudian y practican con ahínco las habilidades militares y desafían el límite corporal.
De ellas surgieron 20 fusileras certeras y 10 consigieron premios en las competencias militares. Aman sus puestos, sirven con dedicación y se entrenan arduamente para perfeccionar su habilidad de combate, cumpliendo excelentemente las tareas de telecomunicaciones seguras. Buscan el romanticismo, se ayudan mutuamente y manifiestan su afecto a cada uno de los defensores del archipiélago. Aman la vida y se interesan por muchas cosas, convirtiendo la pequeña isla en un mar de júbilo, con canciones y danza.
Son estas soldados simpáticas quienes escriben con su juventud y sudor las glorias brillantes. Han sido calificadas por el nivel superior como la escuadra de demostración de construcción básica en cinco ocasiones y les ha sido concedido el servicio meritorio colectivo de tercera y segunda clase, en dos ocasiones. En marzo de este año, la escuadra fue encomiada por la Federación Nacional de Mujeres como la Colectividad de bandera 8 de marzo y el Puesto de demostración civilizada de contribuciones de las soldados.
(CIIC)
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