Nadie se explica qué ocurre con el fútbol peruano que va de fracaso en fracaso, como en la reciente eliminación de la selección Sub-20 en el sudamericano de Venezuela.

En la tierra llanera de Maturín, los incaicos cosecharon cuatro derrotas consecutivas: con Ecuador (1-2), Colombia (0-1), Argentina (1-2) y con Venezuela (1-3), terminando como coleros absolutos no sólo en la Serie A, sino también en la clasificación general.

A nivel de mayores, en la eliminatoria sudamericana a Sudáfrica 2010, cierra la tabla de posiciones en la retaguardia, de manera similar a las anteriores competencias mundialísticas y en el ranking de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA).

La única excepción, acaso un oasis en el gran desierto de frustaciones, resultó la Sub-17, donde ocupó el octavo lugar en el mundial de esa categoría en Corea del Sur-2007.

La semana pasada, los jugadores peruanos pasaron sin pena ni gloria en Maturín.

En los últimos cinco campeonatos Sub'20, los peruanos han alcanzado apenas una victoria (3-2 ante Venezuela, 2001) y un empate (1-1 con Bolivia, 2005), es decir apenas cuatro puntos de 60 disputados.

¿Cuáles son las claves de tan repetitivos "papelones"? (malos desempeños), se pregunta la prensa deportiva nacional, y las respuestas, objetivamente, son variadas y complejas.

La primera de ellas, es la carencia de una unidad técnica y un plan ambicioso de largo alcance que relacione las diversas categorías, a lo que se agrega la poca importancia que le prestan los clubes profesionales a las categorías menores; apenas tres de los 16 en la primera división cuentan con menores (calenchines, infantiles) y juveniles.

La segunda clave y no menos importante es el pésimo trabajo que ejecuta la Federación Peruana de Fútbol (FPF), cuya máxima dirigencia, reelecta en comicios muy cuestionados, se mantiene, con algunas variantes, desde hace más de 15 años, y cuyas resoluciones son rectificadas por ellos mismos para cumplir con la legalidad.

Una tercera clave, vinculada con la primera, es el nombramiento de entrenadores nacionales sin mayor experiencia en el manejo de selecciones o de "paso" temporal por algunos clubes de la primera división, o porque tienen algún "nombre" que los ampara por su pasado balompedístico.

La mayoría de ellos, por no decir todos, no cuentan con un currículum académico consistente; en el mejor de los casos con unos cursillos de actualización; en otras palabras, esto les impide a los seleccionadores trasmitir conceptos futbolísticos claros.

Cuarta, el físico de los jugadores peruanos es endeble, no tienen el "biotipo" que requiere o demanda la exigencia del fútbol moderno.

Por talla y peso pierden ante sus rivales desde antes del comienzo del cotejo, apenas queda para el "dribling" individual, pero sin fortaleza para culminar los avances y perforar el arco rival.

Respecto de la defensa, como sucedió en este sudamericano, les hicieron varios goles de cabeza y hasta de media distancia.

Y al aficionado peruano no le queda más que señalar con desaliento: "Para otra vez será". Fin