Un joven de piel oscura brilló en la atmósfera racista de los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, donde se realizó una exhibición de la fortaleza humana tan espectacular, que durante unos días el mundo se olvidó que seguía ardiendo el conflicto político que estallaría la II Guerra Mundial, puesto que ganó cuatro medallas de oro, batió dos récords mundiales y otro olímpico.

Este joven era Josse Cleveland Owens, quien nació en 1913 en una gran familia de granjeros de Estados Unidos. Cuando realizaba sus estudios primarios, trabajó como vendedor de periódicos, empleado de una gasolinera y recadista.

En la secundaria, Jesse ganó 74 de las 79 carreras en salto de longitud en las que compitió. Se matriculó en la Universidad Estatal de Ohio, donde obtuvo un empleo a tiempo completo mientras practicaba atletismo.

Realizó su primera proeza el 25 de mayo de 1935, durante la Big Ten Conference en Ann Arbor, Michigan, batiendo cuatro récords mundiales e igualando otro en tan sólo un lapso de 90 minutos: corrió las 100 yardas en 9 minutos y 4 segundos (91 metros); saltó 8,13 metros de longitud, récord que tardó 25 años en ser superado, y corrió las 220 yardas lisas (201 metros) en 20 minutos y 3 segundos, además de las 220 yardas con vallas en 22 minutos y 6 segundos, siendo el primer hombre en hacer que esta marca descendiera de los 23 segundos. Desde ese día se le conoció como el "Antílope de Ébano," y esta increíble gesta lo haría pasar a la posteridad por ser considerada una de las más grandes proezas del atletismo de todos los tiempos.

En 1936, en Chicago, batió el récord mundial de 100 metros con 10 segundos y 2 centésimas. Ese mismo año participó en los Juegos Olímpicos de Berlín, en los que consiguió cuatro medallas de oro en 100 y 200 metros planos, salto longitud y relevos 4x100 metros.

La proeza de obtener cuatro medallas de oro en la misma olimpiada sólo fue igualada por Carl Lewis hasta 1984.

Una vez terminados los Juegos Olímpicos, el equipo de Estados Unidos inició una gira por Europa, en la que Jesse se negó a participar, pues quería volver a su hogar. Esta actitud le valió ser suspendido de las filas amateurs, y que se le negara el Premio Sullivan como amateur más destacados de Estados Unidos en 1936, que recayó en el decatlonista Glenn Morris.

Retirado de las pistas, hizo incursiones sin éxito en el mundo de los negocios, perdiendo su fortuna y cayendo en el anonimato, hasta que el gobierno de Estados Unidos le designó como embajador de buena voluntad.

Jesse volvió a florecer como orador público, capaz de despertar las emociones de sus oyentes, hablando ante convenciones cívicas. Recibió en 1976 la Medalla Presidencial de la Libertad.

Falleció el 31 de marzo de 1980, a los 66 años de edad, víctima del cáncer de pulmón, por ser fumador de una cajetilla de tabaco diaria durante 35 años, aunque recibió de manera póstuma el reconocimiento de su nación, con la Medalla de Oro del Congreso, en 1990.