Acompañado de juramento y credo, el lema fue introducido por el Barón Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos, quien lo tomó prestado de Henri Martín Dideon de París.
Martín Dideon usó la frase para describir los logros atléticos que alcanzaban los estudiantes del Colegio Arcuelli (del que era director) en 1891.
El lema Olímpico: "Citius, altius, fortius", una frase en latín que significa "más rápido, más alto, más fuerte", fue incluida en la Carta Olímpica en 1913.
El Juramento Olímpico fue escrito por el Barón de Coubertin y es el siguiente: "En el nombre de todos los competidores, yo prometo que nosotros participaremos en estos Juegos Olímpicos, respetando y cumpliendo las reglas que lo gobiernan, en el verdadero espíritu deportivo, por la gloria del deporte y el honor de nuestros equipos".
Este acto de compromiso fue pronunciado por primera vez en la Olimpiada de Amberes en 1920, por el belga Víctor Boin.
El juramento es pronunciado durante la Ceremonia de Inauguración de los Juegos Olímpicos por un atleta del país sede, mientras sostiene una esquina de la Bandera Olímpica.
El credo olímpico, por su parte, reza lo siguiente: "Lo más importante de los Juegos Olímpicos no es ganar, sino competir, así como lo más importante en la vida no es el triunfo sino la lucha. Lo esencial no es haber vencido, sino haber luchado bien."
Ha habido muchos cambios de este mensaje a través de la historia de los Juegos Olímpicos. Sin embargo, estas palabras son las que aparecen durante la Ceremonia de Inauguración de los Juegos.
El Barón Coubertin adoptó, y más tarde citó este credo, después de haber escuchado al Arzobispo del centro de Pennsylvania, Ethelbert Talbot, hablar en el servicio para los atletas Olímpicos durante los Juegos de Londres 1908.