spanish.china.org.cn | 17. 09. 2024 | Editor:Eva Yu | Texto |
La Luna y el Festival del Medio Otoño: vínculo entre el presente y el pasado en China
Jorge Fernández
La Luna, morada de Chang’e y su conejo de jade, es en China repositorio de un gen que a través de generaciones ha mantenido con vida la tradición cultural, fortalecido la unidad familiar y estrechado el sentimiento fraternal de una nación con 5 mil años de historia.
Desde tiempos inmemorables, cuando las familias comían de lo que sembraban, el valor de la Luna era el de una deidad. No era para menos, puesto que el brillante astro, especialmente en la temporada otoñal, anunciaba entre otras cosas el momento de la cosecha. Era natural que en torno a ella florecieran mitos y leyendas sobre sus inexplicables poderes. Ya fuera en torno al amor o a la fertilidad, la medicina o la vida, la Luna fecundó ricas culturas en todo el mundo. Pero con el pasar de los años y el avance de la modernidad, la difusión de nuevas corrientes de pensamiento en Europa y América, respaldadas por el uso del calendario gregoriano, terminaron sepultando todas aquellas historias fantásticas. En muchos lugares de Occidente, la trascendencia social de la Luna está reducida ya sea a dimensiones ornamentales, a historias fantásticas o a las pisadas del hombre en una de sus caras.
En China, este faro nocturno no ha dejado de brillar pese a los avances de la modernidad. Su valor, al igual que el conferido por las grandes civilizaciones, se evidencia por anunciar la llegada de importantes temporadas festivas y agrícolas en el calendario. En los primeros dos meses del año, marca con rojo la llegada de la primavera, cuando se festeja el día más importante del año en China. Y a finales de septiembre y principios de octubre, cuando el cuerpo celeste se convierte en espejo de la noche, los chinos festejan el Festival del Medio Otoño, cuando se comparte el alimento que ofrece la cosecha de esta temporada. La Luna, morada de Chang’e y su conejo de jade, es en China repositorio de un gen que a través de generaciones ha mantenido con vida la tradición cultural, fortalecido la unidad familiar y estrechado el sentimiento fraternal de una nación con 5 mil años de historia.
Aunque su origen hoy es debatido, lo cierto es que el Festival del Medio Otoño cobró popularidad en respuesta a un edicto imperial a principios de la dinastía Tang (618-907 de la era común). Desde entonces, esta celebración otoñal ha marcado el folclore y la tradición, el arte y la literatura, y ha dado forma a una cultura que rinde honor a la Luna y que se adapta y enriquece con el pasar de los años la cultura de la nación china. Dice el viejo proverbio chino que en estos días, “las flores irradian esplendor, la luna brilla refulgente y las personas se reúnen” en un entorno donde la alegría y la felicidad rebosan en el hogar de los chinos. Y afuera, en parques y jardines, es tradición entre jóvenes, cobijados por el romanticismo de la Luna, sentarse al sereno para degustar en pareja los pasteles de la luna.
El Festival del Medio Otoño, al igual que la Fiesta de la Primavera, el Festival Qingming y la Fiesta del Bote de Dragón, reviste un profundo significado cultural. Pero más allá de las odas y las grandes creaciones artísticas y literarias, el Festival del Medio Otoño arroja luz sobre un pueblo que honra a la Luna. Este disco plateado, luminoso y refulgente, encierra el anhelo de una nación por la unidad, la reunificación, la paz y la hermandad entre los chinos. La cultura de esta festividad, manifestada en un redondo pastel que llena de dulzura el paladar, desempeña un papel crucial en la cohesión social. El sentido poético de la celebración, entrelazado con historias y mitos, construye un poderoso símbolo de unión en donde la armonía prevalece entre las personas, iluminados por el plateado resplandor que sale de un astro que flota en el cielo.
En la actualidad, la influencia de la Luna no ha dejado de inyectar vitalidad en la nación china. Este astro ejerce una poderosa influencia entre los chinos, que con su entusiasmo por llegar hasta el palacio de Chang’e y su conejo de jade, apoyan con ahínco los programas espaciales de China, que son impulsados por el desarrollo científico y tecnológico. La Luna es una fuerza inspiradora que resulta relevante en la vida cotidiana de los chinos, no solo a través de festivales como el Festival del Medio Otoño, sino también dejando su impronta poética en la literatura, el arte y la música. La Luna no solo alumbra en el otoño a las personas de toda la faz de la Tierra, sino que también, a lo largo de los siglos, ha logrado conectar a personas de distintas generaciones con su espiritualidad. Es un puente entre tradición y modernidad, que se refleja, embellece, enriquece y engrandece la cultura.
Hoy 17 de septiembre, el pueblo chino celebra el Festival del Medio Otoño con el mismo fervor con el que lo hacía hace miles de años. La Luna ha logrado mantener con vida esta tradición, en la cual, con el intercambio de redondos pasteles, los chinos reflexionan sobre la unión y la prosperidad de su nación. China le recuerda al mundo la importancia de las raíces, la tradición y los lazos que traspasan el tiempo y la distancia. El Festival del Medio Otoño, con una Luna que brilla para todos, bien puede ser símbolo de unión, armonía y paz, especialmente en estos tiempos, en donde la inestabilidad, la desunión y la falta de paz acechan a otros pueblos en otras partes del mundo.
¡Que la paz, la unión y la alegría del Festival del Medio Otoño brillen como la luz de la Luna en sus hogares!