spanish.china.org.cn | 04. 08. 2022 | Editor:Eva Yu | Texto |
El romanticismo de los chinos a ojos del Doble Siete
Por Jorge Fernández
Más que la magia del amor, a la que se le atribuye un poder omnímodo, en China son las manifestaciones románticas en pareja las que conducen, hasta el final de una convivencia terrenal, a una vida colmada de amor.
El Festival Qixi o del Doble Siete, es una celebración tradicional que en China equivale al Día de los Enamorados. Es un homenaje al amor, pero a diferencia de las celebraciones en Occidente, cuya historia se remonta a la Roma del s. III, en China es una efeméride que ha estado vigente desde hace más de 2.000 años. Su significado va mas allá del consumismo, la sensualidad o el erotismo, y en él se honran principios como la fidelidad, la amabilidad y el cuidado de la pareja, además de que permite recordar la devoción por un romanticismo perenne que debe asumirse durante toda la vida en comunión. Es por su extendida historia que las representaciones culturales, abundantes desde la etapa feudal, han desarrollado valores estéticos que hacen del día del amor de China un evento de invaluable valor inmaterial.
Hay varias explicaciones sobre su origen, aunque entre ellas la más aceptada es la de la adoración de los cuerpos celestes. Los antiguos chinos observaban la llegada de Vega, en la constelación de Lira, puesto que su destello en el firmamento anunciaba la llegada del séptimo mes lunar, un momento importante para la vida en el campo. Es en un entorno terrenal y celestial así que, en el imaginario de la antigua China rural, nacen figuras mitológicas como Niulang (el Pastor de Vacas ) y Zhinu (el Hada de los Tejidos), quienes protagonizan un conmovedor relato mítico en donde el amor funde a deidades y a seres humanos.
Otras explicaciones señalan que el Festival Qixi es en realidad un homenaje que los antiguos rendían a la inteligencia, en especial a la de las mujeres. En la obra antigua de Ge Hong, Registros de la Capital Occidental, de la dinastía Han Anterior, se hace mención a jóvenes Han que justo cada séptimo día del séptimo mes lunar se dejaban ver en lo alto de pabellones hilvanando telas con agujas de siete agujeros. Fue gracias a la aceptación en el imaginario popular que esta celebración pronto pasó a ser parte de obras literarias y de festividades oficiadas por la realeza. En los tiempos de la dinastía Song, el Festival Qixi fue reconocido como una efeméride y a partir de entonces comenzó su propagación y difusión a lo largo de dos milenios. En 2006 se inscribió en la lista de las herencias culturales intangibles de China. El valor de esta tradición está ahora enmarcado no solo en la literatura clásica sino que también es parte de la temática de la Ópera China.
El Festival del Doble Siete va más allá de las ideas que encierra el Día de San Valentín en Occidente, sustentado más en los valores judeocristianos y en la pasión idílica shakespeariana. La esencia de esta festividad va más allá del reencuentro con el amante y destaca ideales definidos para la unión entre dos seres, a saber, la fidelidad, la devoción, la piedad y el cuidado que se profesan los amantes incluso en la distancia. El Qixi está lejos de ser un acontecimiento para la manifestación de un sentimiento inmediato, impulsivo o carnal, sino que es, por el contrario, el recordatorio de un acuerdo amoroso en el que se intercede por el otro con base en reglas y principios románticos que han de obedecerse toda la vida. Más que la magia del amor, a la que se le atribuye un poder omnímodo, en China son las manifestaciones románticas en pareja las que conducen, al final, a una vida colmada de amor.
Es con base en esa noción del amor y de los principios que han de profesarse los amantes que surge en China un valor estético único en torno al Doble Siete. La poesía, la literatura, y la dramaturgia operística han hecho verbal una idea del amor que rebasa el sentimiento fatuo y que es colocado en el reino de la racionalidad de la vida en pareja. Es, por así decirle, un orden de ideas, principios y comportamientos que buscan mantener el enamoramiento vigente y a flor de piel desde la juventud hasta la vejez. El Qixi recuerda que el amor no es una pasión de primavera sino que es, por el contrario, un sublime sentimiento que permite a hombres y mujeres albergar esperanzas, sueños, anhelos e ilusiones durante toda la vida.