spanish.china.org.cn | 15. 06. 2021 | Editor:Teresa Zheng | Texto |
Estados Unidos ya contabiliza aproximadamente 600.000 decesos relacionados con la pandemia de coronavirus, según la Universidad Johns Hopkins.
Sin embargo, desde el inicio del brote y hasta el día de hoy, es claro que la pandemia no ha tocado a todos por igual en el país norteamericano.
En la primera ola, en abril de 2020, los afrodescendientes recibieron un mayor impacto; ciudades del noreste y grandes ciudades afroamericanas como Detroit y Nueva Orleans, de otros grupos étnicos y raciales, registraron un número elevado de defunciones.
La segunda ola, en el verano de 2020, se ensañó contra la comunidad hispana en los estados de Texas y Florida.
Para el invierno, en la tercera y más mortal etapa, el virus golpeó a todo el país, con diferencias raciales de mortalidad semanal muy estrechas.
Ahora, incluso con menos brotes y más personas vacunadas, las brechas raciales parecen reaparecer, nuevamente los afroamericanos mueren a una tasa más alta que otros grupos.
En general, los afrodescendientes y los latinoamericanos tienen menos acceso a la atención médica y una mayor incidencia de afecciones como la diabetes y la presión arterial alta. También tienen más probabilidades de ser considerados esenciales para trabajar, tienen menos capacidad para trabajar desde casa, y es más probable que vivan en un hogar multigeneracional hacinado con familias trabajadoras.
Desde el inicio de la pandemia, los afroamericanos representan el 15% de todas las muertes por COVID-19, los latinoamericanos el 19%, los blancos el 61% y los asiáticos el 4%. Estos números se acercan al porcentaje de la población estadounidense: (12% para las personas de raza negra, 18% para latinos, 60% para blancos, 6% para asiáticos), pero cuando se ajustan por edad, queda en evidencia toda la carga inequitativa.
Los negros y latinos son, en promedio, más jóvenes que los estadounidenses blancos, por lo que no es sorprendente que las personas mayores tengan menos probabilidades de morir a causa de una enfermedad cruel. Sin embargo, esto no es lo que está sucediendo.
En cambio, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. estiman que los nativos americanos, los latinoamericanos y los negros tienen de dos a tres veces más probabilidades de morir de COVID-19 que los blancos, ajustando las diferencias de edad en la población.
Los expertos en salud pública ven estas disparidades como un mensaje importante de que el país debe abordar la desigualdad profundamente arraigada.
Además, las brechas de vacunación continúan en los Estados Unidos, lo que indica que los negros y los latinos se están quedando atrás.
Los expertos han dicho que debido a la historia de trato discriminatorio, existe una profunda desconfianza hacia las instituciones médicas entre los afroamericanos, temores de deportación entre algunos latinoamericanos y, a menudo, barreras del idioma.
Según los CDC, los Estados Unidos registraban un promedio de alrededor de 870.000 vacunas al día a principios de junio, una reducción significativa con respecto al promedio de 3,3 millones de inyecciones por día a mediados de abril.