spanish.china.org.cn | 24. 07. 2020 | Editor:Eva Yu Texto

Financial Times: Lo peor de la COVID-19 aún está por llegar

Palabras clave: Financial Times, COVID-19



El rotativo Financial Times publicó el 21 de julio en su edición en línea un artículo de opinión que aborda los escenarios posteriores a la pandemia de COVID-19. Escrito por Jeremy Farrar, el texto alude a cuatro círculos concéntricos similares a los que causa una piedra que cae a un lago, y los toma como referencias para explicar todos los efectos que pueden generarse como consecuencia del brote del nuevo coronavirus, y que influirán indefectiblemente en la forma que tendrá el orden internacional en un futuro próximo. El autor observa que muchos de los escenarios catastróficos podrían evitarse si los países adoptaran a la brevedad un enfoque de futuro compartido para la humanidad. A continuación le presentamos una versión de este texto.

Es desconcertante pero cierto que la mayoría de las personas aún subestima el impacto verdadero de la pandemia de COVID-19. Sus efectos inmediatos son tan estremecedores que al final terminamos siendo presas de ellos. Pero las implicaciones a largo plazo pueden llegar a ser aún más importantes. Si no tenemos cuidado, sacudirán los cimientos del orden mundial.

Para entender plenamente la crisis, imagine los círculos concéntricos generados por una piedra que cae en un lago.

El círculo más al centro es el que recibe el impacto inmediato del virus: temor, enfermedad y muerte. El segundo, el círculo más grande, describe los efectos indirectos de la COVID-19 en la salud, entre ellos un diagnóstico que ignorar la presencia de un cáncer. En el brote de ébola de 2014, más personas murieron de malaria en el oeste de África que por el virus mismo. Pueden pasar años antes de que las personas recuperen la confianza en los sistemas de salud.

El tercer círculo, el impacto social y económico del creciente desempleo y las economías tambaleantes, es aún más grande. Como en cada crisis, la pandemia amplificará las fracturas y las inequidades que existen en la sociedad. Esto tendrá consecuencias políticas. Algunos gobiernos probablemente caerán como consecuencia de la COVID-19.

Esto conduce al cuarto círculo y al más grande: el geopolítico. En la medida en que las potencias mundiales elijan verse a sí mismas frente al resto del mundo, se definirá la política mundial en las próximas décadas.

Por ejemplo, en un contexto en el que varios gobiernos deberán encarar una crítica trepidante por sus fracasos percibidos o reales para proteger a las personas, una de las respuestas naturales será echarle la culpa a los demás.

En Reino Unido, ha habido un aumento de los ataques contra grupos minoritarios. En Estados Unidos, el presidente, Donald Trump, se ha referido al “virus de China” y amenazó con sacar a los Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud.

En un marcado contraste, el presidente de China, Xi Jinping, ha buscado colocar a su país como amigo de África, y ha prometido al continente vacunas tan pronto como los ciudadanos chinos las consigan. Esto marca una diferencia crasa entre China, Europa y los Estados Unidos. Evidencia también un acelerado cambio del poder global de Occidente a Oriente.

Aún así, ninguno de los efectos colaterales mencionados arriba son inevitables. Por lo que respecto a los primeros dos círculos, no es demasiado tarde para mejorar las medidas de vigilancia de la enfermedad, la salud pública y los cuidados clínicos para reducir el impacto de la primera ola de COVID-19, y prepararse para olas potenciales posteriores. Debemos invertir los 31 mil millones de dólares necesarios para ofrecer un cambio sustancial en los diagnósticos de COVID-19, en los tratamientos y en las vacunas, y construir sistemas de salud para todos sin importar su capacidad para sufragar los gastos. Esa es la única estrategia de salida realista para la pandemia.

Los impactos sociales y políticos del tercer círculo también pueden mitigarse. Entre las respuestas más urgentemente necesitadas están, a saber, el alivio de deudas para los países pobres; la inversión par ayudar a la transición digital; el apoyo de las tecnologías verdes para construir un mundo neutro en emisiones de carbono; mejor educación para los jóvenes; luchas contra la corrupción; y estructuras e instituciones democráticas fortalecidas.

Por último, hay un cuarto círculo, en el que también nos enfrentamos a una elección. Podemos elegir rutas nacionalistas que culpen a otros de nuestros problemas. O podemos trabajar conjuntamente para forjar de mejor forma un futuro compartido.

Hay paralelismos históricos. Instituciones internacionales como la ONU, el Banco Mundial y la OMS, que fueron establecidos tras la segunda posguerra, nacieron de un momento de interés iluminado de las naciones dominantes. Estas instituciones han sido centrales en el orden pacífico mundial a gran escala en los últimos 75 años.

Hoy, estas instituciones requieren reformas. Pero también son más necesarias que nunca. Los grandes avances sociales, científicos y tecnológicos que la humanidad atestiguó en la segunda mitad del siglo XX creció de un compromiso mundial para compartir. Esto no fue fortuito. Sucedió como resultado de decisiones que se hicieron.

Los efectos de la COVID-19 han sido y continuarán siendo devastadoras. Pero las enfermedades infecciosas y las pandemia no son los únicos retos globales a los que nos enfrentamos. Necesitamos urgentemente abordar otros temas, incluido el cambio climático, el acceso a agua limpia, a la resistencia antibacteriana y a la salud mental.

Al igual que el coronavirus, estos problemas rebasan fronteras. No serán derrotados por medio de un nacionalismo aislado que culpe a otros o por medio de un cambio de rumbo que conduzca a un mundo polarizado. Todo esto solo nos hace más vulnerables. Por el contrario, pueden solucionarse con el fortalecimiento de la cooperación internacional y con el desarrollo de un sentido de destino compartido.

No es inevitable que la COVID-19 expanda los devastadores efectos de los cuatro círculos. Pero el evitar este resultado requerirá que líderes destaquen con honestidad los retos a los que nos enfrentamos, y que con igual honestidad, expongan cómo afrontarlos. Las opciones que identifiquemos hoy nos ayudarán a definir al siglo XXI.


Texto original:

https://www.ft.com/content/031b42a7-e2b3-43ae-9139-d31a4cb37498


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