spanish.china.org.cn | 19. 05. 2020 | Editor:Teresa Zheng Texto

Obama versus Trump y el virus, bien gracias

Palabras clave: Obama, Trump, COVID-19

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump (izquierda, frente) y su predecesor, Barack Obama, tras el discurso del primero en la ceremonia de inauguración presidencial en el Capitolio en Washington D.C., el 20 de enero de 2017. Trump juró el viernes como el 45º presidente de Estados Unidos.


Es una tradición en Estados Unidos que los expresidentes no critiquen a su sucesor. Es raro que uno reprenda a un gobernante en ejercicio. Sin embargo, el exmandatario, Barack Obama, echó por tierra el código y tuvo palabras duras contra Donald Trump por el continuo mal manejo de la epidemia.

Después de referirse al accionar de suadministración como un "desastre caótico absoluto" durante una conversación con antiguos miembros de su gobierno, Obama culpó a "la gente a cargo" de no saber lo que están haciendo durante una ceremonia de graduación virtual en institutos y universidades históricamente de comunidades negras el sábado. En respuesta, Trump desestimó el domingo a su antecesor y lo calificó de "extremadamente incompetente".

¿Qué hizo que Obama rompiera esta larga tradición? El desempeño de Washington en medio de la epidemia aparentemente es demasiado pobre para mantener en silencio al expresidente. Con más de 1,4 millones de infecciones y casi 90 000 muertes, es justo decir que la respuesta de Estados Unidos al COVID-19 es una de las peores del mundo. Pero,su situación era evitable y fue un resultado directo de las políticas fallidas de la Casa Blanca. Aunque Obama intente darle una mano a JoeBiden, el candidato demócrata, en su campaña presidencial, sus críticas a Trumptienen su razón de ser en el descontento por la grave situación sanitaria que atraviesa el país.

En los últimos días, el Gobierno ha estado promocionando lo que denomina "Obamagate", acusando al exmandatario de tratar de involucrar a Trumpen la colusión con Rusia a fin de ganar las elecciones de 2016. Cuando la vida de más estadounidenses se ve amenazada por el nuevo coronavirus, el Gobierno federal ha decidido dedicar gran parte de su tiempo a exagerar una teoría de la conspiración. El propósito es claro: desacreditar a Biden atacando a Obama y desviar la atención pública de sus fracasos en la gestión de la epidemia para hacerse con la reelección.

Muchos se preguntan por qué Estados Unidos, la única superpotencia del mundo, ha fallado a la comunidad internacional en la lucha vírica. Esto se debe a que cuando un proceso electoral es lo primero en la agenda, los políticos difícilmente se enfocan en resolver problemas reales del país y, de lo contrario, centran energías en obtener respaldo proselitista.

En consecuencia, habrá señalamientos, guerra de palabras y sarcasmos, cualquier cosa menos una solución a los temas que importan.

Trump y Biden se acusan mutuamente de ser débiles con China, a pesar de que las élites políticas estadounidenses son cada vez más hostiles hacia ella.

Con la política cada vez más desconectada de la realidad, Estados Unidos solo tendrá en la mira asuntos sin resolver y se verá sumido en una crisis. Esta es la tragedia de la política estadounidense.


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