La Casa Blanca en alerta por COVID-19

El presidente Donald J. Trump, junto a su esposa, Melania Trump, en la ceremonia de conmemoración del 75 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial

La renuencia del presidente estadounidense Donald Trump y su entorno de utilizar máscaras en público, ni siquiera para dar el ejemplo ante la sociedad y cumplir con las recomendaciones de las autoridades sanitarias federales, arrastran consigo consecuencias irremediables.

Dos empleados de la Casa Blanca han dado positivo al Covid-19 y han puesto en alerta al Gobierno Federal con cambios en los protocolos de seguridad. Ahora, los trabajadores que sirven la comida al mandatario, la primera dama Melania y su hijo Barron, de 14 años, “han empezado” a llevar mascarillas, explicó el mismo Trump en una entrevista telefónica con Fox News. Él y el vicepresidente Mike Pence se someten a pruebas del virus todos los días, antes lo hacían semanalmente, indicaron fuentes oficiales, así como todo el personal que labora con ellos.

Asimismo, los que se reúnen con el gobernante pasan por una prueba de descarte.

Pese a las medidas, el virus ha encontraba la forma de entrar en la Casa Blanca. Anoche se supo que un miembro de la Armada, ayudante de cámara del presidente y su familia, dio positivo al patógeno. El viernes por la mañana, una empleada del vicepresidente también contrajo la enfermedad, su jefa de prensa, Katie Miller, casada con el asesor del presidente en temas migratorios, Stephen Miller. La noticia obligó a aislar a media docena de personas en contacto con ella.

Sin embargo, Trump ha insistido en no ponerse mascarilla durante el acto conmemorativo del 75º aniversario de la rendición alemana en la Segunda Guerra Mundial celebrado el mismo viernes en la mañana en Washington, en presencia de veteranos, algunos de ellos nonagenarios. Tampoco usaban máscaras el resto de la delegación oficial, aunque sí guardaron distancia.

 “Cuando saludo a presidentes, primeros ministros, dictadores, reyes, reina… No me veo [con mascarilla], simplemente no me veo”, resaltó en abril Trump cuando el Centro de Control y Prevención de Enfermedades empezó a recomendar su uso para ralentizar la propagación del virus.

Pence siguió la misma tónica al negarse a utilizarla durante una visita a la prestigiosa Clínica Mayo, en la que su uso es obligatorio y así se le hizo saber. El vicepresidente admitió poco después que se equivocó y días después corrigió su conducta.

Con 2000 muertes diarias desde hace un mes, el virus ha matado a un total de 76 000 personas en Estados Unidos y ha contagiado a más de 1 200 000, así también ha dejado a más de 20 millones sin empleo, un nivel no visto desde la Gran Depresión.