Macao Cultural

Ruinas de la Catedral de San Pablo y el Templo de Nezha

Inciensos con inscripción para pedir buena suerte en el templo

Durante ese periodo de más de 400 años, gente procedente de distintos lugares, como Portugal, España, Holanda, Reino Unido, Francia, Italia, Estados Unidos, Japón, Suecia, India, Malasia, Filipinas, o Corea del Sur, fue estableciéndose en Macao, y con ellos llegaron creencias, costumbres y tradiciones diversas. Esas personas establecieron sus hogares en esta tierra desconocida, hasta convertirse en una parte de ella, y crearon a través de la convivencia un nuevo horizonte cultural.

A diferencia de otros patrimonios culturales mundiales, el centro histórico de Macao tiene una característica especial: no es sólo un lugar histórico, no se trata de ruinas, sino que es también una realidad. Allí, la gente reverencia a las divinidades chinas y al mismo tiempo celebra las fiestas religiosas occidentales; mantiene las costumbres y ritos tradicionales chinos, a la vez que observa las leyes y reglamentos occidentales. Los habitantes de Macao quizá no son completamente conscientes de este fenómeno cultural tan especial, por que para ellos no es más que su vida diaria, algo heredado de sus antepasados, nada peculiar. De manera similar, el centro histórico de Macao, que es objeto de estudio de expertos de todo el mundo, sólo tiene valor para los habitantes de la ciudad en tanto que lugar de residencia.

Pero sin embargo son precisamente sus habitantes los que hacen del centro histórico de Macao algo vivo. Ellos son los auténticos herederos de la historia y la cultura de la ciudad, siguen viviendo en las viejas residencias, se dedican a las antiguas profesiones típicas del lugar, mantienen las creencias de sus antepasados y las costumbres tradicionales. Son personas que disfrutan de un privilegio histórico especial.

Cuando pregunté a los habitantes locales cómo es su vida cultural, la respuesta fue sobre culebrones y Mah Jongg. Aunque no tuve oportunidad para ver una telenovela local, me provocó una profunda impresión la escena de cuatro personas sentadas en torno a una mesa en un templo antiguo jugando al Mah Jongg. Hay que reconocer que el sector de juego de Macao tiene una firme base en las masas. Una noche, en una sala del hotel, se estaba celebrando una boda. Poco después, la música romántica que había acompañado a los novios se había convertido en el estruendo de una enorme “ciudad del Mah Jongg”.

Por eso, en Macao es fácil definir la historia y difícil definir la cultura. Parece que el enriquecimiento de la cultura tradicional y el desarrollo cultural son una pareja muy contradictoria. Pero justamente por esta razón la gente reconoce que cuanto más en contacto se esté con la civilización extranjera, mejor se conserva la cultura propia. Por ejemplo, hoy en día Macao aún conserva algunos elementos de la cultura tradicional que ya han desaparecido en la mayoría de las regiones de la parte continental de China. Quizás el lento desarrollo significa, en cierto sentido, conservar más cuidadosamente las tradiciones. Además, la comunicación y el choque de las culturas siempre causan una ganancia conjunta. Sólo el rechazo, el deterioro y el abandono de lo propio pueden provocar un mal resultado final, lo que ya pudo ser comprobado en el Macao actual.

Sin embargo, debido al rápido desarrollo impuesto por la globalización y la modernidad, es muy difícil en la actualidad encontrar en el mundo una tierra pura que pueda permanecer intacto para siempre. Se pueden proteger las construcciones, los paisajes, las tradiciones y las técnicas, pero no se puede evitar el desarrollo de las personas. En cierto sentido, se puede decir que la protección es un tipo de destrucción, puesto que modifica los procesos de cambio.

Macao ha logrado un gran éxito en la protección del patrimonio cultural, lo que ha sido premiado con el reconocimiento de la UNESCO. Desde mi punto de vista, el éxito de Macao no sólo se refleja en la perfecta conservación de su centro histórico, sino también en el considerable cambio experimentado por sus habitantes debido a la expansión de la civilización moderna.