spanish.china.org.cn | 28. 05. 2019 | Editor:Elena Yang | [A A A] |
Nacido en el año 1971, Shao Feng ya tiene 48 años. Ahora lo que más le gusta hacer todos los días, es andar en su amada motocicleta recorriendo con sus amigos las calles de la ciudad, escuchando el retumbante sonido del motor y experimentando “el latir del corazón”. Shao Feng, quien ahora tiene tanta energía como un joven de veinte años, también tenía muchísima en su infancia e hizo tantas locuras que terminó siendo un dolor de cabeza constante para su familia.
Shao Feng pasó su infancia en un pequeño pueblo. Como sus abuelos eran todos empleados del centro de salud local, él también vivía en este mismo lugar desde una edad temprana. Se divertía con un grupo de primos “escalando la montaña y bajando el río” y nunca aprendió a descansar. “En aquellos días, yo era menos valiente. Seguía a mi primo mayor. Trepábamos un árbol para robar el nido de una avestruz e íbamos a los campos de hortalizas de otras personas para robar pimientos e incluso pescábamos camarones en el arroyo... Después de atraparlos, los asábamos y los comimos con sal. Ese sabor, aún lo echo de menos al recordarlo.”
Cuando Shao Feng tenía cinco años, siguió a sus padres a la ciudad y comenzó a asistir a la guardería infantil de la unidad de trabajo de ellos. Shao Feng recordó que debido a la falta de material, los juguetes en la infancia eran casi fabricados en casa, “como la pistola de cerillas y el trompo, los hice yo mismo”, porque había muy pocos juguetes en el mercado.
Al recordar su infancia, y al compararla con la de los niños en la actualidad, Shao Feng no puede evitar exteriorizar: “Los niños de hoy son mucho más felices, y solo tomo a mi propio hijo como ejemplo, ¡los juguetes de mi hijo son demasiados! Siempre a los niños les gustan las pistolas de juguete y los carritos, por lo tanto, mi hijo tiene un par de cajas llenas de carritos de juguete. Ahora está en el segundo grado de la escuela primaria, y ajusta su cuarta bicicleta que pronto dará paso a una quinta.”
Con respectoal Día de los Niños, la característica de esa época era que “los padres estaban tan ocupados y no estaban en condiciones económicas de celebrarlo.” Shao Feng señala: “En aquel entonces, tardábamos diez horas en regresar al pueblo natal durante las vacaciones de verano, y ahora solo se necesitan cuatro horas para llegar allí.”
Al recordar el pasado, Shao Feng no pudo evitar sentir que los años pasaron demasiado rápido. Él cree sinceramente que no importa si se es adulto o niño, “entre más simple es la vida, más feliz se siente”.