En comparación con las bicicletas públicas europeas, las compartidas chinas no requieren tarjetas. La ubicación, el uso, el bloqueo y el pago se realizan con el celular. Es muy fácil. “En realidad, el pago en línea en Europa no es tan desarrollado como en China. Los móviles europeos no reconocen el QR Code”. Asimismo, frente al elevado costo en el viejo continente, Florian considera que el servicio en China es muy asequible. “No es para nada difícil de usar. Además, no es caro, lo cual es muy importante. A veces regalan viajes. El costo es muy bajo, solo un yuan por vez. Es algo inimaginable en Francia”.

En referencia al aspecto negativo del sistema, Florian coincide con Yang en que “es una excelente iniciativa, si se soluciona el problema de la gestión y el estacionamiento”. Considera que el proceso puede ser muy lento si solo depende del mercado y será más efectivo si el gobierno interviene en su regulación.