
Las sorpresas continuaron durante el proceso de apertura del féretro, que tenía a su vez, 4 encajados. En el más interior, se conservaban los restos del dueño cubiertos por una pintura de seda, en forma de T, que tenía un largo de 2 metros y que se guardó perfectamente. Los cuatro féretros estaban hechos de madera, entre los cuales el primero era color negro y sin adornos; el segundo tenía imágenes doradas de 111 monstruos o dioses; el tercero era de muchos colores, con pinturas de 6 dragones, tres tigres, tres venados, un fénix y un dios, y que era mucho más suntuoso que los otros féretros mencionados. El último era de color negro, allí quedaron los restos del dueño. Al abrirlo, se percataron de que aquellos estaban envueltos en 20 capas de tejidos de las cuatro estaciones.
La apertura del féretro dejó a todos estupefactos, porque su propietaria tenía una cara que palpitaba con vida. Su piel tenía un aspecto intacto.
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