| (Por Martin Khor)
La semana pasada se completó el traspaso de liderazgo en China con Xi Jinping como nuevo presidente y Li Kegiang como nuevo Primer Ministro. El presidente Xi puso al mundo a especular cuando habló de “esforzarse para alcanzar el sueño chino del gran rejuvenecimiento de la nación china”. Un diario occidental comentó que era un sueño colectivo nacional contrastándolo desfavorablemente con el “sueño americano” de otorgar a los individuos igualdad de oportunidades. Pero para los chinos el prometido renacimiento de la nación es un recordatorio de la humillación colectiva durante la era colonial y el “sueño” de recuperar su posición previa como líder mundial en ciencia, tecnología, economía y cultura.
El elevado crecimiento en décadas recientes ha impulsado la economía y confianza de China. Aun así los nuevos líderes de China enfrentan muy serios desafíos que deben ser encarados para que el “sueño chino” se materialice.
Primero está la necesidad de combatir la corrupción generalizada. Convirtiéndola en su principal prioridad, el Presidente Xi advirtió que la corrupción podría llevar al colapso del Partido y a la caída del Estado”. Los nuevos líderes suelen prometer deshacerse de la corrupción pero pocos lo han logrado. Si el Presidente Xi gana esta batalla sería un gran logro.
En segundo lugar se encuentran los procedimientos administrativos y el abuso de poder oficial que causan tan gran ineficiencia hasta en el nivel local. En su primera conferencia de prensa el Primer Ministro Li prometió revolucionar el sistema, reconociendo las dificultades de “remover intereses creados”. Prometió que un tercio de los 1700 ítems que requieren la aprobación de departamentos gubernamentales serían dados de baja. La frugalidad será el nuevo sello distintivo. Se reducirán gastos en oficinas gubernamentales, edificación, viajes y recepciones (¡no más grandes banquetes oficiales!) y los ahorros serán redirigidos hacia el desarrollo social.
En tercer lugar están las complejidades de dirigir la gran y complicada economía de China. China apunta a crecer sostenidamente en un 7-8 por ciento anual. El resto de la economía global se encuentra sin embargo en mal estado. El país debe por ende cambiar de un crecimiento impulsado por la exportación a otro sostenido por la demanda interna, y pasar de un crecimiento impulsado por la inversión a otro basado en el consumo interno. La implementación de esta nueva estrategia de crecimiento aceptada por el gobierno no es sencilla. También están los desafíos de administrar la moneda, las enormes reservas internacionales y la regulación de flujos de capital, con el objetivo de que la actividad financiera sirva a la economía real y no se convierta en una fuente de nueva inestabilidad. En comercio exterior, China ha tenido mucho éxito en conformar una poderosa maquinaria de exportación. Pero el crecimiento de las exportaciones hacia Occidente está disminuyendo debido a la casi-recesión y nuevas formas de protección (como incrementos arancelarios utilizando medidas anti dumping y anti subsidios) se aplican cada vez más a las importaciones chinas. Al mismo tiempo, otros países en desarrollo empiezan a ser cautelosos con sus crecientes importaciones de bienes chinos de bajo costo. ¿Cómo puede ser China sensible a sus preocupaciones y esforzarse por asegurar un mayor balance y mutualidad de beneficios?
En cuarto lugar están los problemas sociales de China. La pobreza todavía es significativa en muchas áreas. Las desigualdades sociales han empeorado, con amplias brechas de ingresos entre ricos-pobres y población urbana-población rural que son políticamente desestabilizantes. Redistribuir el ingreso hacia los grupos de menores ingresos puede cumplir dos metas: reducir las desigualdades sociales y proveer la demanda que sustente un crecimiento impulsado por el consumo. Las políticas pueden incluir aumentos salariales, provisión de servicios sociales por parte del gobierno y transferencia de ingresos a los pobres.
En quinto lugar está la necesidad de abatir las crisis medioambientales en China, las cuales incluyen escasez de agua potable, más inundaciones, cambio climático y polución del aire urbano. Recientes estudios muestran los riesgos a la salud del empeoramiento de la polución del aire, incluyendo su relación con las 2.6 millones de personas que mueren de cánceres anualmente. Muchas de las protestas en China en los últimos años han estado relacionadas a problemas ambientales, incluyendo industrias contaminantes localizadas cerca de comunidades. ¿Cómo puede China integrar preocupaciones ecológicas en su estrategia de desarrollo?
En sexto lugar están las relaciones internacionales de China. La semana pasada el presidente Xi reafirmó el principio chino de “desarrollo pacífico” y que el país jamás buscaría hegemonía. Es necesario resolver las diferentes demandas por parte de China y otros países del Este asiático sobre el Mar de China Meridional en forma adecuada y pacífica reforzando la confianza de sus vecinos sobre este principio. China, que aún es en gran medida un país en desarrollo en términos de ingresos per cápita y otras características, también debe alinearse con el resto del mundo en desarrollo en cuanto a negociaciones y relaciones internacionales. Al mismo tiempo, se espera que otorgue preferencias y asistencia especial a los países más pobres y que sus inversores en el extranjero sean social y ambientalmente responsables. Más difícil para China es manejar hábilmente las relaciones internacionales con países desarrollados, especialmente Estados Unidos. China es una potencia en ascenso o ya constituida, y es percibida con cierta envidia como un rival por aquellos que temen perder su anterior dominación. Mantener estabilidad política con estas potencias es importante; pero por supuesto esto no depende de China únicamente.
Los anteriores son solo algunos de los obstáculos que China enfrenta en su camino a materializar su sueño de rejuvenecimiento. Como sucede con cualquier sueño, no es imposible de alcanzar pero el camino es largo y difícil.
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