A principios de esta semana se celebró el tercer pleno del 18 Congreso del Comité Central del Partido Comunista de China, en el que participaron 205 miembros. Como es habitual, sus deliberaciones se llevaron a cabo en el más absoluto secreto. Los terceros plenos son famosos ya que las dirigencias del partido los han escogido para lanzar grandes reformas a la vida de ese país. En el año de 1978, Deng Xiaoping dio inicio a la vuelta de tuerca de la política económica, anunciando la apertura y reforma de la economía, pasando por encima de los principios maoístas del socialismo chino. Posteriormente, en el pleno efectuado en 1993, bajo la dirigencia de Jiang Zemin, se abrió paso a la economía socialista de mercado; y ahora, bajo la batuta de los nuevos líderes, el presidente Xi-Jingping y el primer ministro Li Keqiang, se ha dado un paso más al establecer al mercado como un principio fundamental del que todavía llaman eufemísticamente “socialismo con características chinas”.

Hasta ahora, las reformas emprendidas en los últimos 30 años le han permitido a esa nación de más de cinco mil años de historia sacar de la pobreza, según informan, a cerca de 600 millones de personas, y esperan que de aquí al 2020 puedan hacerlo con otros 200 millones más. Con el fin de lograr lo anterior tienen que duplicar el Producto Interno Bruto per cápita en los próximos siete años.

Para el presidente, se está instaurando lo que hace un año él llamó “el sueño chino”, como nueva doctrina, imitando al famoso “sueño americano”, con la finalidad de crear una vida feliz para toda la población.

En este sueño chino juega un papel importante el que la economía dependa menos de la inversión y las exportaciones, y más del desarrollo del mercado interno. Para ello es fundamental la urbanización de las ciudades, para asentar a decenas de millones de personas provenientes de las zonas rurales; asimismo, tendrán que modificar la miserable política denominada hukou, la cual impide que los inmigrantes y sus familias, que se asientan sin permiso en las ciudades, tengan los mismos derechos sociales, educativos y sanitarios que los locales.

El pleno ha proseguido en el camino hacia un capitalismo sui géneris y para ello se ha comprometido a impulsar la iniciativa privada, profundizando las reformas económicas que garantizan que el mercado juegue un papel “decisivo” en la asignación de recursos, aunque señalan que el Estado conservará el papel dominante de la propiedad pública.

La palabra de “decisivo” introducida en este pleno es sin duda un cambio, ya que en 1993 el tercer pleno se indicó que el mercado era “básico”. Es decir, hay una profundización en la concepción del papel del mercado en la economía. De la misma manera, han mencionado que el gobierno abrirá las empresas estatales a mayor participación del sector privado, mismo que podría llegar hasta un 15 por ciento del capital.

Esta última medida generará otros “bolsillos llenos”, como lo ha denominado el magnífico escritor chino Qiu Xialong, refiriéndose a los cuadros del partido que dirigen las empresas públicas y que al privatizarse, se quedan con la parte del león de las acciones que se ponen en venta, llenándose los bolsillos de yuanes.

Un gran tema que queda pendiente y al cual los dirigentes chinos rehúyen o mencionan únicamente en el discurso, es el referente al medio ambiente y a la urgente necesidad de combinar el crecimiento impresionante de la economía y la reducción de la pobreza, hazaña única en la historia de la humanidad, con el cuidado del medio ambiente y los recursos naturales. Para lograr una mejoría ambiental, ineludiblemente deben reducir el crecimiento y la explotación de los recursos naturales, no sólo de China, sino de todos los lugares del mundo de donde los están importando, principalmente de las naciones africanas, las cuales han encontrado en los chinos su tabla de salvación. Habrá que ver cómo logra la dupla Xi-Li satisfacer ambos objetivos para el logro de este “sueño chino”.

(Por Enrique Del Val Blanco 16/11/2013 01:44, publicado en excelsior.com.mx.