Los mexicanos: descubriendo la verdadera China con sus propios ojos

México es un país alejado de China. Por el momento, el vuelo directo entre los dos países tarda casi 20 horas. La distancia provoca el escaso conocimiento entre ambos pueblos. Aun así, los primeros contactos entre China y México se remontan al siglo XVI.

Acapulco se sitúa en la costa Pacífica de México. Justo al otro extremo del Océano Pacífico se sitúa China. En Acapulco, el visitante descubrirá productos de porcelana, seda y marfil provenientes de China, Filipinas y Japón en el conocido Museo del Fuerte de San Diego de la ciudad. En aquel entonces, Asia transportaba sus mercancías, a través de Acapulco, al puerto de Veracruz, y desde allí, los productos eran llevados a España.

En nuestros contactos con los mexicanos, descubrimos que muchos de ellos creen que China es un país más atrasado que el suyo propio. No obstante, los mexicanos que han visitado China tienen una muy buena impresión sobre el país asiático y desean hacer amistades con chinos. Se sorprenden por la rapidez de la construcción y el desarrollo de China y están convencidos de ello porque han visto China con sus propios ojos.

Otro ejemplo: los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 fueron una buena oportunidad para divulgar la imagen de China. Después de la ceremonia inaugural, cuando los reporteros chinos en México salieron a hacer entrevistas, los mexicanos les decían que el acto inaugural de las Olimpiadas había sido exitoso y fue el mejor acto inaugural que habían visto. Afirmaban que no pensaban que existiera una nación con tanta imaginación en el otro extremo del mundo y que los chinos son extraordinarios.

El primer embajador mexicano en China fue enviado al país asiático en 1972, cuando las dos naciones establecieron relaciones diplomáticas. Ahora, aquel diplomático es un experto sobre China en su país. En su opinión, nunca ha visto una ciudad del mundo que se construya tan bien como Pekín y nunca ha visto a otros habitantes que vivan tan cómodamente como los pekineses. Recuerda mucho el Pekín de hace varias décadas, una ciudad con un sabor originario y sencillo.

Li Ruosi, académica de una universidad de Ciudad de México, ha visitado China en numerosas ocasiones. Su marido es de origen chino. Li opina que la economía y la política de China son muy estables y que la aplicación del proceso de reforma y apertura ha permitido que los chinos se atrevan a desafiar el futuro y hacerse su propia vida. Li recuerda que, cuando se alojó en el hotel de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China, se sintió sorprendida por la fluidez del inglés que hablaba uno de los camareros. El camarero le contó que estaba estudiando economía y que tenía la idea de estudiar un máster en chino en la Universidad de Pekín. La opción del joven le sorprendió, porque un joven con aspiraciones supone esperanza para China.

El escritor de este texto tiene un amigo mexicano llamado Navy, que estudia Derecho en la universidad. Navy se percató de la importancia de la lengua china y se decidió a estudiarla. Su madre se muestra muy orgullosa, porque su hijo ya puede comunicarse con sus amigos chinos en un fluido mandarín y teclear los caracteres chinos en la computadora. Muchos comerciantes mexicanos le piden la ayuda cuando van a China para comprar productos. El joven tiene planes para abrir su propia oficina en China.

 

Palabras clave : mexicanos, China

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