En el idioma de los indios Machu Picchu significa “montaña vieja”. A partir del siglo XVI, se divulgaron muchas leyendas sobre la ciudad sagrada de Machu Picchu, en particular porque nadie conocía su ubicación exacta y estaba envuelta en misterio. En el año 1911, Hiram Bingham, un profesor norteamericano de historia, descubrió entre las elevadas montañas las ruinas de la ciudad.
Los arqueólogos desconocían el nombre original de la ciudad, por lo que le dieron el nombre de una montaña cercana, Machu Picchu. La ciudadela es básicamente una estructura de inmensas rocas enclavadas en medio de la selva cusqueña, con formaciones agrícolas llamadas andenes y una zona urbana con calles, establos, talleres, habitaciones, templos y otras construcciones.
Entre los arqueólogos hay muchas discusiones sobre la función de la ciudad de Machu Picchu. La más popular es que fue construida para ofrecer sacrificios a los dioses y estar más cerca del Sol, centro de la cultura inca. Los incas admiraban al sol y el rey del Imperio Inca se consideraba “hijo del sol”.