Unidos por un futuro mejor

Por LI JINZHANG*

*Li Jinzhang es viceministro de Relaciones Exteriores de China

 

 

Personalmente, siento un profundo afecto por México, pues asumí el cargo de embajador en este país en 2001 y viví más de dos años en esta tierra maravillosa. Su extensa y magnífica historia, su espléndida tradición cultural y su admirable desarrollo me causaron una profunda e imborrable impresión. Tampoco podré olvidar nunca la amistad del pueblo mexicano hacia el chino. Por eso, me sentí muy honrado y acepté con agrado la invitación de China Hoy para escribir un artículo para su número especial con motivo del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución mexicanas.

La Guerra por la Independencia, que se inicia en 1810, y la Revolución, que lo hace 100 años más tarde, son acontecimientos trascendentales que marcan, no sólo una época, sino el devenir histórico de México. Hace 200 años, el cura Miguel Hidalgo y Costilla alentó a la gente a levantarse en armas en el pueblo de Dolores, escribiendo así la primera página de la Guerra por la Independencia de México. Numerosos insurgentes lucharon y entregaron sus vidas hasta conseguir por fin la emancipación de la patria mexicana. 100 años más tarde, el pueblo mexicano volvería a ofrecer su sangre combatiendo por la democracia y la justicia. Gloriosa historia la de este país, que es el orgullo de los mexicanos y que se ha ganado el respeto de todo el mundo.

Estas dos hazañas constituyen un hito en la singladura del México moderno; al mismo tiempo, las batallas actuaron como una potente fuerza cohesiva para la nación, dotando a los mexicanos de un profundo sentimiento de orgullo patriótico y de un gran respeto por su tradición. Hoy en día, son omnipresentes las calles en cuyos nombres figuran las palabras “independencia”, “revolución” o “rebelión”, fiel reflejo del amor a la nación y del espíritu tenaz del pueblo mexicano.

Tanto China como México son herederos de civilizaciones milenarias. Las pirámides, las colosales cabezas olmecas, la Piedra del Sol (también conocida como Calendario Azteca), al igual que la Gran Muralla y los guerreros de terracota de la dinastía Qin, son grandes tesoros de la humanidad. Los dos países han realizado grandes contribuciones a nuestra civilización gracias a su sabiduría excepcional y a su creatividad única. En los últimos 200 años, ambas naciones han experimentado numerosas vicisitudes y han escrito algunos de los más brillantes capítulos de su larga historia en su lucha por preservar su soberanía y su dignidad como pueblos. A pesar de la gran distancia que los separa, son tantas sus similitudes, tan semejantes los sentimientos de su gente, que sus pueblos se pueden comprender íntimamente. Ya a principios del siglo XVI, gracias a la conocida Nao de China, que atravesaba el Pacífico abriendo una Ruta de la Seda marítima, comenzaron los intercambios comerciales entre México y China y, con ellos, los primeros contactos de lo que ha llegado a ser una magnífica relación bilateral.

El establecimiento de relaciones diplomáticas en 1972 marcó el inicio de una nueva era en dicha relación. La cooperación entre China y México ha experimentado, especialmente a raíz del Acuerdo de Asociación Estratégica suscrito en 2003, un impulso nunca visto anteriormente, alcanzando niveles extraordinarios. Las visitas y contactos entre funcionarios de alto nivel se multiplican y la confianza mutua en el terreno político sigue aumentando. El presidente Hu Jintao y su homólogo mexicano, Felipe Calderón, han intercambiado fructíferos viajes, y la creación de la Comisión Binacional Permanente, junto con otros foros de diálogo, ha desempeñado un importante papel en el fortalecimiento de nuestros lazos, de la comprensión mutua y de la colaboración en campos muy diversos. La comunicación y coordinación ha sido fluida entre ambos países en cuanto a los grandes retos comunes en el terreno internacional, como la crisis financiera o el cambio climático, consiguiendo, al mismo tiempo, significativos progresos en la cooperación económica y comercial a nivel bilateral.

El año pasado, el valor de los intercambios comerciales sobrepasó los 16.100 millones de dólares, con lo que China se ha convertido en el segundo socio comercial de México en todo el mundo, y, a su vez, éste es ahora el tercero de China en América Latina. Los productos mexicanos, como por ejemplo el tequila o la cerveza “Corona” tienen una gran acogida en China. Asimismo, los intercambios culturales siguen aumentando: los cinco Institutos Confucio establecidos en México han matriculado ya a más de 1.800 estudiantes del idioma chino y, a su vez, son cada vez más los chinos que deciden aprender el español en México. También se han organizado con éxito importantes exposiciones artísticas y culturales a ambos lados del océano, con obras procedentes de la otra orilla. Por otro lado, la inauguración del vuelo directo entre China y México, en el año 2008, se puede considerar como la primera Ruta de la Seda aérea entre nuestro país y Latinoamérica. En resumen, nuestra amistad está viviendo un momento dulce y produciendo numerosos frutos.

Como dos de los países en vías de desarrollo más influyentes, China y México comparten tanto responsabilidades como intereses, léase el mantenimiento de la paz en el mundo o la promoción de un desarrollo coordinado y solidario. El Gobierno chino siempre ha considerado de suma importancia estratégica la relación con México y estimula el intercambio de experiencias que permitan a cada país aprender del otro y enriquezcan esta fecunda asociación, con el objetivo de que se convierta en un modelo de cooperación amistosa entre los países en vías de desarrollo.

Cuando trabajaba en México, tuve la oportunidad de pasar varias veces junto al Reloj chino, en el centro del D.F. En 1910, con motivo del Centenario de la Independencia de México, los inmigrantes chinos donaron fondos para levantar este reloj, en el que se inscribieron los cuatro caracteres chinos Tong Sheng Xiang Ying (“Las voces de un mismo sentir hacen eco”), como expresión de la empatía y profunda amistad entre ambos pueblos. A lo largo de estos 100 años, el reloj, como ambos países, ha visto y ha pasado por mucho, pero se ha mantenido siempre en pie, constituyendo un fiel y sólido testimonio de nuestra profunda amistad.

El tiempo pasa rápidamente y, cuando todo México celebra ya el bicentenario de su independencia y el centenario de su revolución, el pueblo chino se hace partícipe de su alegría. Deseo sinceramente que el pueblo mexicano continúe su gloriosa singladura en esta tierra fértil y que, juntos, profundizando en nuestros lazos de amistad, podamos construir un futuro mejor para nuestras naciones.

Palabras clave : Unidos-futuro-mejor-México-China-relaciones-política

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