spanish.china.org.cn | 22. 09. 2022 | Editor:Eva Yu | [A A A] |
La Iniciativa para el Desarrollo Global ensancha su círculo de amigos
Por Jorge Fernández
La Iniciativa para el Desarrollo Global enmarca las obligaciones que China se ha impuesto en aras de la construcción de un mundo conectado, mejor alimentado, ambientalmente sano, pacífico y con personas saludables, instruidas y felices.
Hace un año, en un discurso virtual pronunciado ante la Asamblea General de la ONU, Xi Jinping propuso la Iniciativa para el Desarrollo Global. En aquel entonces el jefe de Estado chino extendió al mundo la esperanza de trabajar conjuntamente para revertir las inequidades del desarrollo económico mundial. La idea de aunar fuerzas en aras de un desarrollo equilibrado, especialmente en un momento en el que la productividad mundial se halla lastimada, hizo eco en un amplio número de jefes de Estado. Las razones resultan obvias: los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que contempla la erradicación de la pobreza en todas sus formas, se vuelven a la luz de la pandemia más difíciles de alcanzar. Y de cara a esta cruda verdad, propuestas como las de China, que apuntan al trabajo conjunto y al crecimiento generalizado, ameritan una somera consideración entre los menos desarrollados. No ha de olvidarse que China, después de todo, es uno de los países que cumplió 10 años antes algunos de los objetivos más anhelados de las metas del milenio.
Si bien la Iniciativa para el Desarrollo Global es una de las propuestas más recientes impulsadas por China, los elementos que la constituyen y los objetivos que aspira a materializar han estado siempre presentes en su política exterior. La novedad estriba en que las condiciones en el mundo actual, de por sí oscilantes y llenas de incertidumbres, se han tornado más inestables e impredecibles por la COVID-19. Y en medio de la volátil situación actual, la política exterior de China no ha hecho más que ratificar los compromisos contemplados en su agenda internacional. La Iniciativa para el Desarrollo Global enmarca las obligaciones que China se ha impuesto en aras de la construcción de un mundo conectado, mejor alimentado, ambientalmente sano, pacífico y con personas saludables, instruidas y felices. La pandemia de COVID-19, con todos los estragos materiales y tragedias humanas que lleva aparejados, ha estimulado a China impulsar con mayor rapidez los puntos más apremiantes de su política exterior.
La propuesta para trabajar por un desarrollo tangible y equilibrado en el mundo es oportuna y puntual. Los países en desarrollo han hecho durante décadas ingentes esfuerzos por sacar el máximo provecho de fórmulas diseñadas para potenciar el crecimiento, pero ahora, los estragos causados por la pandemia a la productividad y al desarrollo han hecho que programas y líneas de acción se hayan ido, tal cual, al traste. El Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud coinciden en que el número de personas que viven en situación de pobreza extrema en todo el planeta creció en 2020 por primera vez en 20 años. La situación no pinta nada bien, y menos para países del Sur, que atestiguan con impotencia la falta de fórmulas y estrategias que impidan que se abra aún más la brecha que los separa del Norte. Si a esto sumamos crisis en la seguridad alimentaria y energética, los estragos causados por la pandemia podrían ser incluso más lacerantes que la COVID-19 en sí misma.
La Iniciativa para el Desarrollo Global, en consecuencia, ha contado con el apoyo de más de 100 países y organizaciones internacionales, incluido también la incorporación de un contingente de 60 países en el Grupo de Amigos de la Iniciativa para el Desarrollo Global, que orienta los esfuerzos de la comunidad internacional a acelerar la puesta en funcionamiento y el cumplimiento de los objetivos de la Agenda 2030. La propuesta hecha por el presidente chino Xi Jinping se ha ganado el respaldo de varias agencias de la ONU y de su secretario general, Antonio Guterres, y a ello se han sumado una serie de comunicados conjuntos, emitidos entre China y otros países, en los que se rubrica el compromiso de miembros de la comunidad internacional. La propuesta china, a solo un año de su presentación oficial, ha estimulado la discusión y el debate encaminados a fortalecer la coordinación y a buscar sinergías que hagan coincidir la Iniciativa de Desarrollo Global y la agenda de desarrollo de la ONU.
Tanto en el marco como al margen de foros internacionales, la convocatoria china por aunar fuerzas que permitan un desarrollo conjunto ha estado presente, con el presidente de China, Xi Jinping, como un firme portavoz. Entre ellas se cuentan el Diálogo de Alto Nivel Sobre Desarrollo Global, celebrado el 24 de junio al margen de la XIV Cumbre de los BRICS, y la carta enviada el 12 de agosto a la Conferencia de Solidaridad de la Sociedad Civil sobre la Iniciativa para el Desarrollo Global, en donde hizo un llamamiento a la construcción de una asociación para el desarrollo global. América Latina no se ha quedado al margen de esta invitación, que busca enmarcar a todas las regiones del planeta. En el marco del Foro China-CELAC, que el 3 de diciembre de 2021 celebró su III Reunión de Ministros, el presidente de China, Xi Jinping, envió un mensaje a través de un video en el que destacó el potencial que encierra para el bienestar general del mundo un desarrollo de alta calidad en las relaciones chino-latinoamericanas en la nueva era, el cual redundaría enormemente en los esfuerzos por un desarrollo global equilibrado.
Un mundo en el que el desarrollo se potencie de forma equitativa debe ser construido no por una, ni por dos, sino por todas las naciones del mundo, a través de la concertación, las consultas y los intercambios. Todos los países poseen sabiduría y cuentan con experiencias que pueden fortalecer estrategias y evitarle traspiés a otros miembros de la comunidad. La situación internacional marcha al ritmo de un péndulo inestable, asimétrico y disonante, y por ello, urge la aplicación de una o varias iniciativas que permitan la construcción de un entorno pacífico y con garantías de un futuro sano y feliz para la posteridad. China trabaja ya por la construcción de un entorno que facilite un desarrollo sano, equitativo y duradero para todos por igual.